«Esto no es medicina alternativa, es una terapia más»

Fina Ulloa
Fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

SOCIEDAD

Antonio Cortés

Cree que la balneoterapia es una opción interesante para minimizar síntomas de ciertas dolencias

01 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

María Dolores Fernández Marco, directora médica del grupo Caldaria, estudió hidrología en la única escuela de esta especialidad que existe en España: en la Universidad Complutense. Imparte la asignatura dentro de la cátedra de Hidrología Médica de la Universidade de Santiago y la Asociación de Balnearios de Galicia, con la que desarrollan seminarios cuyo objetivo es divulgar la balneoterapia entre los futuros médicos gallegos.

-¿Qué aporta esta cátedra a los futuros médicos?

-En España la hidrología no se estudia en la carrera, no es una materia que se incluya en la formación de un médico como ocurre en otros países. Académicamente hablando, la cátedra oferta una asignatura de libre configuración que aporta unos créditos, pero el objetivo es cubrir una necesidad. Muchas veces los médicos no recomiendan esta terapia porque, simplemente, la desconocen. No saben cómo actúan las diferentes aguas en el cuerpo y lo que aportan las distintas terapias, y es una pena, porque mejoran los síntomas.

-Los pacientes llegan al balneario motu proprio.

-En general sí, aunque también por el médico, si este es de una zona en la que hay balneario y conoce sus beneficios.

-¿La balneoterapia cura?

-No hay que confundir: la balneoterapia no es una medicina alternativa. Es una terapia documentada, con bibliografía y estudios clínicos, coadyuvante de otros tratamientos para reducir los síntomas. El balneario no va a curar una patología crónica, pero puede minorar los síntomas y dar calidad de vida.

-¿Es una especialidad moderna?

-En absoluto. Es muy antigua. En España, Fernando VII creó ya en 1816 el Cuerpo de Médicos de Baños.

-¿Por qué retrocedió la cultura balnearia?

-Hay distintas razones: históricas, sociales y sanitarias. El siglo XX fue especialmente convulso, con muchos conflictos bélicos y algunos balnearios se destruyeron o acabaron convirtiéndose en hospitales, pero el avance médico y farmacológico también influyó: antes las anemias se abordaban en los balnearios con la toma de aguas ferruginosas, por ejemplo en las embarazadas; hoy no se plantea porque la mujer está controlada y toma hierro y ácido fólico.

-¿Cuál es el paciente tipo?

-Son fundamentalmente personas con patologías crónicas; de forma mayoritaria las reumatológicas, respiratorias y dermatológicas. Y usan el balneario de forma periódica, dos o tres veces al año para mejorar los síntomas pero también para reducir su ingesta de medicamentos. Ambas cosas contribuyen a mejorar su calidad de vida.

-¿Cree que es posible un cambio legislativo en España que favorezca el uso de esta terapia?

-Es complejo, porque juegan muchos parámetros e intereses que supongo los distintos agentes implicados tendrían que estudiar muy bien. Un facultativo de la red pública no puede recetar a su paciente un tratamiento balneario simplemente porque no está incluido en la cartera de servicios. Sí lo están en otros países europeos, como Alemania o Francia. Aquí lo tiene que pagar de su bolsillo el usuario y reservar días de vacaciones para hacer los tratamientos.