El rey Ricardo III recibe cinco siglos después digna sepultura

La Voz

SOCIEDAD

Este domingo, la catedral de Leicester acoge los restos del soberano que será enterrado el jueves en una ceremonia que será retransmitido en televisión y que busca rehabilitar la mala imagen del último monarca de la dinastía Plantagenet

23 mar 2015 . Actualizado a las 01:29 h.

Los ganadores escriben la historia y la mala reputación que el rey Ricardo III (1452-1485) le debe a Shakespeare es un ejemplo, pero la restauración de su honor dará un paso el jueves cuando reciba sepultura en la catedral de Leicester. Pero ya este mismo domingo, el templo recibió este domingo los restos del monarca, que recorrieron en procesión fúnebre las calles de esta ciudad inglesa como anticipo del entierro oficial que se celebrará dentro de cuatro días en ese templo.

Miles de personas presenciaron el paso del cortejo entre la Universidad y la Catedral de Leicester que lleva el féretro de madera con los huesos del rey, cuya muerte en la batalla de Bosworth Field hace más de cinco siglos marcó el fin de su dinastía y cerró un sangriento periodo en las islas británicas. Con este homenaje, de alguna manera, el Reino Unido quiere volver atrás en el tiempo y dar a Ricardo III un entierro más apropiado que el que tuvo tras su muerte y, sobre todo, un lugar de reposo más digno que el subsuelo del aparcamiento municipal donde fue encontrado hace tres años.

Cinco siglos después de su fallecimiento, el último de un rey inglés en el campo de batalla, uno de los descendientes de su familia, el carpintero Michael Ibsen, se ha encargado de construir el ataúd de madera de roble procedente del Ducado de Cornwall, un trabajo para el que ha utilizado técnicas que se remontan al siglo XV. Con gran solemnidad, el cortejo fúnebre partió en una mañana soleada desde la Universidad de Leicester y allí se celebró la primera ceremonia de la jornada, a la que también asistieron miembros de la Sociedad de Ricardo III, una organización clave en una historia que mantiene fascinado al pueblo británico.  

La procesión continuó después por los alrededores de esta ciudad del condado de Leicestershire para detenerse en Bosworth Field, el campo de batalla donde cayó el rey. En ese lugar, el obispo de Leicester, Tim Stevens (anglicano), recordó que, «hace más de 500 años, Ricardo fue sacado de este campo de batalla ensangrentado y desnudo». «Tenemos la oportunidad de dejar que Ricardo haga de nuevo ese viaje, pero esta vez con la dignidad propia de un rey», dijo el prelado, quien le bautizó como «el rey bueno, el rey guerrero».

Tras ese recorrido campestre, el cortejo cruzó el puente Bow Bridge, que marcaba los confines de la Leicester medieval, para desfilar por su casco antiguo, hasta que el féretro, transportado en un carruaje de caballos, llegó su destino final en la catedral, conocida también como la iglesia de San Martín. La llegada de los restos a la catedral estará marcada por una ceremonia «íntima y emotiva» a última hora de la tarde, según ha explicado el obispo de la ciudad británica, Tim Stevens. Este servicio religiosos será oficiado por el cardenal Vincent Nichols, arzobispo católico de Westminster, en atención a la fe católica que profesaba el monarca, que vivió décadas antes de la reforma de la iglesia de Inglaterra, durante el reinado de Enrique VIII.

El féretro permanecerá expuesto en el templo durante los siguientes cuatro días, hasta que el jueves se celebrará una ceremonia de entierro en la que participará el arzobispo de Canterbury, Justin Welby (protestante), así como representantes de la Iglesia Católica y de otras religiones. El entierro, dentro de la catedral, del último monarca de la dinastía Plantagenet será retransmitido en televisión y culminará una semana dedicada a Ricardo III que varias asociaciones pugnan por rehabilitar, sin contar lo que puede aportar al turismo de Leicester. Además se que se lea un mensaje de saludo enviado por la reina Isabel II, si bien un portavoz de la catedral rehusó el domingo a dar detalles sobre su contenido.

El fin de la Guerra de las Dos Rosas

Así, el soberano descansará a partir de entonces en un entorno digno de un rey, 530 años después de aquel 22 de agosto de 1485, cuando a lomos de un caballo blanco, lideraba a cerca de 10.000 soldados que se enfrentaban al ejército de unos 5.000 hombres que había reunido Enrique Tudor, futuro Enrique VII. Sus restos fueron hallados por arqueólogos de la Universidad de Leicester en el 2012 bajo un aparcamiento municipal, donde se conservaba parte del antiguo monasterio donde el rey fue enterrado por primera vez. Las pruebas que compararon esos restos con el ADN de los descendientes de la hermana mayor del monarca confirmaron la identidad de Ricardo III, cuya muerte significó el fin de la Guerra de las Dos Rosas (1455-1485) entre los partidarios de la Casa de Lancaster y de la Casa de York

Tras su muerte, la corona pasó a Enrique VII y los reyes de la dinastía Tudor que, con ayuda de William Shakespeare y otros cronistas, describieron a Ricardo III, que ha sido encarnado en el cine por Al Pacino, Laurence Olivier e Ian McKellen, como un villano brutal y jorobado que no se detenía ante nada, llegando a asesinar a sus dos jóvenes sobrinos para asegurarse el trono. Y es que para muestra un botón: en la obra del famoso escritor, el soberano arrinconado en el campo de batalla, grita «un caballo, mi reino por un caballo!».

Hoy sus supuestas maldades son relativizadas. «Como rey, Ricardo llevó una vida humana. Fue un hombre valiente y de visión. En su vida hubo dolor y traición. Su vida es un espejo de la nuestra, el bien y el mal», reza el comunicado de prensa de los organizadores del entierro.

Lo qué contaron los restos de Ricardo III

El hallazgo de los restos de Ricardo III dio mucho juego a los historiadores. Gracias a análisis forenses y genéticos se descubrieron infidelidades en la línea de sucesión al trono que culmina en Isabel II y también como murió en la batalla de Bosworth. El estudio de ADN, que confirmó que los restos hallados bajo el parking eran los del rey, reveló igualmente que al menos el padre de uno de sus descendientes no era quien se cree. La línea masculina se rompe en algún momento entre Juan de Gante (1362-1399), hermano del bisabuelo de Ricardo III, y Henry Somerset, duque de Beaufort (1744-1803).

El hallazgo tiene implicaciones, porque abre la posibilidad de que alguno de los reyes y reinas, y las dinastías que actuaron de eslabones hasta la actual Isabel II lo fueran ilegítimamente, aunque es imposible saber en qué momento se produjo la ruptura. El estudio dice que la ruptura afecta a la legitimidad de Enrique IV, Enrique V, Enrique VI y de «toda la dinastía Tudor», empezando por Enrique VII y siguiendo por Enrique VIII, Eduardo VI, María I e Isabel I.

También se supo que Ricardo III sucumbió a las heridas causadas en la cabeza por sus enemigos -nueve en total, provocadas por armas cortantes-, quienes pudieron haberle perforado el cráneo cuando estaba en el suelo y sin casco, sugiere un estudio científico. Las heridas que sufrió en la cabeza dan la razón a los relatos de la época que señalan que Ricardo III, preso en un lodazal, pudo haber abandonado su caballo antes de que sus enemigos lo mataran, según este estudio.