A los tratantes de este tipo de ganado es difícil darles gato por liebre
Igual que en algunos restaurantes dan vaca por toro, a las empresas que se dedican a esto también tratan a veces de venderles reses que en realidad no son lo que parecen. Pero no suele colar. «Es fácil distinguir un buey que cumple todas las condiciones de otro que no», asegura José Manuel Gutiérrez. En general, su morfología es distinta. Por ejemplo, el tamaño de la bolsa testicular es mayor si el ejemplar fue castrado de adulto.
Más difícil es detectar el engaño en el plato, aunque los que están acostumbrados aseguran que la textura y el sabor de la auténtica carne de buey es inconfundible. En cualquier caso, parece evidente que la relativa abundancia del buey en el menú de determinados restaurantes casa mal con la escasez extrema de estos animales.