¿Es posible otra financiación?

Tamara Montero
Tamara Montero REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

SANDRA ALONSO

Los expertos lo tienen claro. Sí, es posible, pero supone abrir también el melón de la reforma universitaria. La investigación y la empresa son claves

24 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El sistema de financiación universitaria actual tiene más sombras que luces, pero abordar un cambio supone también meterse en las procelosas aguas de la reforma del sistema universitario español, demasiado dependiente de las arcas del Estado.

¿Cómo se financia la universidad?

A través de fondos públicos. Alrededor del 80% de los recursos que entran en las universidades españolas proceden de las arcas públicas, según datos del informe del comité de expertos que encargó el ministro de Educación, José Ignacio Wert, que también afirma que las universidades de países como Francia, Bélgica, Irlanda y Portugal tienen una financiación eminentemente pública, mientras que en el Reino Unido, por ejemplo, este tipo de recursos solo suponen un 35 % del total de la financiación, una situación que se asemeja a la de Estados Unidos y Japón.

¿Cómo se reparten esos fondos?

La mayor parte es financiación estructural: las administraciones transfieren fondos a las universidades para cubrir costes básicos de funcionamiento. Las universidades también obtienen fondos en función del cumplimiento de objetivos y de mejora de la calidad. Los porcentajes varían entre comunidades autónomas. El plan de financiación gallego, a punto de expirar, comenzó en el 2011 con un 90 % de financiación estructural y un 10 % ligada a resultados, y establecía un aumento del peso específico de los objetivos hasta alcanzar un 30 % del total de la financiación universitaria para este 2015. El modelo andaluz asigna el 60 % de los fondos a la financiación estructural y el 40 % a la consecución de objetivos; y el modelo catalán, además de estas dos patas, aporta una tercera: el plan de inversiones universitarias, que destina fondos a la mejora de infraestructuras y equipamientos.

¿Hay otros caladeros?

Sí. Las universidades también obtienen fondos a través de tasas de matrícula y precios públicos, así como por la captación de proyectos de investigación. Hay también ingresos extraordinarios derivados por ejemplo del alquiler de infraestructuras, de ventas o de donaciones. De todas formas, los expertos califican de «proporción marginal» la captación de fondos por calidad de la investigación y aconsejan avanzar en esta dirección. La primera piedra del camino ya está puesta: la iniciativa Campus de Excelencia Internacional -tanto la Universidade de Santiago como la de Vigo cuentan con esta distinción- permiten financiar proyectos universitarios de especial interés y capaces de competir internacionalmente. Los expertos recomiendan impulsar un reducido conjunto de universidades españolas, al estilo de las grandes êcole francesas y de la Ivy League estadounidense.

¿Pueden diversificarse las fuentes de financiación?

En teoría, sí, pero eso significa también abrir el melón de la reforma universitaria. El actual sistema de financiación es ineficiente, al estar demasiado centrado en los gastos estructurales de las universidades. La excesiva dependencia de los fondos procedentes de las arcas públicas y el estallido de la crisis ha hecho que las instituciones se encuentren cada año con menos dinero para un sistema con titulaciones duplicadas y sin especialización, lo que redunda en una menor competitividad. España se aleja del objetivo europeo de invertir el 3 %del PIB en educación superior y los expertos claman por una financiación estable que permita a las universidades hacer una planificación a largo plazo de sus recursos. Todo ello, contando con un sistema de becas estable que contribuya a la equidad y que fomente la movilidad, lo que redundaría en una mayor competitividad entre universidades elevando su calidad y fomentando la especialización.

¿Cómo?

Las dos bazas principales que pueden jugar las universidades son establecer una colaboración estrecha y constante con la empresa privada -cuya demanda de servicios de investigación es todavía incipiente- y apostar por el mecenazgo y la filantropía como nuevo medio de financiación, aunque esto requiere del impulso de una nueva ley que incentive este sistema de financiación. La Universidade de Vigo, por ejemplo, ha realizado campañas de fomento del mecenazgo para paliar el efecto de los recortes.