Un misterioso penacho en el planeta rojo

r. r. REDACCIÓN / AGENCIA

SOCIEDAD

Podría tratarse de una nube inusual que estaría formada por cristalitos de hielo y dióxido de carbono o ser producto de una emisión luminosa, tipo aurora

17 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

En marzo del 2012 un grupo de aficionados a la astronomía captó las imágenes de un penacho que emergía al amanecer en el borde del disco de Marte. Era como un grano, una protuberancia que superaba los 200 kilómetros de altura que se pudo observar durante diez días. Nunca hasta entonces se había apreciado un fenómeno a tanta altura en el planeta. Ahora, un equipo internacional de científicos, con participación del CSIC y de la Universidad del País Vasco, ha confirmado el hallazgo en un trabajo que se publica en Nature.

Y no solo eso, sino que, tras desarrollar un modelo geométrico para explicar su visibilidad, han comprobado que el penacho llegó a alcanzar los 500 kilómetros de extensión horizontal. Lo que no han conseguido determinar aún es cuál es el origen de la pluma, que continúa siendo un misterio. Con el conocimiento actual de la alta atmósfera de Marte no es posible explicar el fenómeno. Por un lado podría tratarse de una nube inusual que, de acuerdo con su brillo, estaría formada por cristalitos de hielo y dióxido de carbono de 0,1 micras de tamaño (una diezmilésima de milímetro). Pero para que pudieran formarse cristales de agua a 200 kilómetros de altura la temperatura debería caer más de 50 grados con respecto a lo que predicen los modelos actuales del planeta rojo. «Otra posibilidad sería que el penacho fuera producido por una emisión luminosa, tipo aurora, ya que en la región de Cimmeria, donde se registró el fenómeno, existe una intensa anomalía magnética que podría canalizar las partículas cargadas provenientes del exterior y excitar la emisión. Pero esto implicaría una emisión unas 1.000 veces más potente que la de las auroras boreales terrestres. Ambas hipótesis, aún siendo las más plausibles, parecen imposibles, por cuanto desafían nuestro conocimiento actual de la atmósfera marciana», explica Agustín Sánchez-Lavega, del grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del País Vasco. «Se plantean más preguntas que respuestas», advierte Antonio García, de la Agencia Espacial Europea.