Un gran avance con incertidumbres

r. r. redacción / la voz

SOCIEDAD

Aunque la técnica recibió el aval de varios Premios Nobel y de influyentes científicos, es un procedimiento nuevo sobre el que pesan varios interrogantes

04 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La técnica recibió el aval de varios Premios Nobel y de cuarenta influyentes científicos de catorce países, que apoyaron el cambio legislativo aprobado ayer. Pero, aún así, es un procedimiento nuevo sobre el que aún pesan varios interrogantes y que tendrá que demostrar que es seguro antes de llevarlo a la práctica en humanos.

¿Qué riesgo existe?

No se sabe realmente cómo interrelacionará el material genético añadido por el donante con el ya existente. Cabe la posibilidad incluso de que las proteínas mitocondriales y las del núcleo celular sean incompatibles. «Sabemos que la técnica va a funcionar, que la paciente se quedará embarazada y que tendrá un hijo sano, pero no sabemos qué le ocurrirá al niño dentro de unos años. Es un experimento precioso, pero primero probémoslo bien con animales antes que en humanos, porque no sabemos qué va a pasar», advierte la experta en reproducción asistida de origen gallego Marisa López Tejón, directora científica del Instituto Marqués de Infertilidad. «Es un riesgo -añade- que yo no asumiría para mis pacientes».

¿Es mayor el riesgo que el beneficio?

Roberto Matorras, editor del Libro Blanco de la Infertilidad en España, asegura, por contra, que la técnica supone «un gran avance» y que se abre una esperanza para evitar las enfermedades mitocondriales. «Creo -dice- que el riesgo de tener dotaciones genéticas distintas es menor que el problema de sufrir las enfermedades». Entiende que al ser una innovación está justificado el temor, pero creo que se superará con el tiempo. «Cuando congelamos los primeros embriones -explica- no sabíamos qué iba a pasar. Alguna vez había que dar el primer paso y ahora son miles los niños nacidos a partir de embriones congelados».

¿Cómo puede afectar en el ADN del individuo?

Realmente no se sabe, pero algunos expertos creen que no afectará en las características esenciales del individuo, transmitidas por el ADN nuclear. «Menos de una décima parte del 1 % del genoma se vería afectado. No es parte de lo que nos distingue genéticamente. No afecta a la altura, el color de los ojos, la inteligencia...», explica el especialista en ética reproductiva Gillian Lockwood.