La penitencia modera a Galliano

nacho blanco REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Reaparece en Londres cuatro años después con una colección para Margiela

13 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

John Galliano resurgió ayer de sus cenizas en Londres tras cuatro años condenado al ostracismo. Y fue profeta en su tierra, ahora como director creativo de la firma belga Maison Martin Margiela. Un matrimonio extraño e inesperado, pues el que fuera cabeza visible de Dior hasta el 2011 -annus horribilis en el que cazaron al gibraltareño regalando insultos antisemitas y otras veleidades en París a la clientela de una cafetería- no acostumbraba a vestir a sus modelos con ropas demasiado pegadas al cuerpo.

El pase del renacido Galliano fue anunciado sin demasiado bombo, solo con la publicidad necesaria para saber que el hijo pródigo, el último efectivo rompedor de la Haute Couture, regresaba tras cumplir condena. Muchos dicen que escogió Londres porque París todavía le produce cierta aversión y que aterrizar allí le podría haber supuesto una presión adicional en su reestreno que era mejor evitar.

En lo puramente estético, Galliano dominó la pasarela ante un público escogido, mínimo, aunque con ganas de verlo de nuevo y captar sensaciones. Y salvo que ha retomado la mesa de trabajo y vuelve al patrón, poco más se pudo ver. Viajar en el mismo vagón que Margiela ha suavizado su ímpetu. Algunos expertos hablan ya de que Galliano ha sufrido un proceso de moderación paralelo al de su recuperación emocional y de dependencia de pastillas y alcohol. Sí que se nota su inequívoca mano en voluminosos modelos con tules y bordados, o en sombreros, en la contención en el empleo de una paleta de colores casi vacía, cuando no exclusiva de rojos, negros y algún blanco con sus múltiples matices. Las líneas más rectas de Margiela fueron respetadas por el británico, con prendas que van superpuestas unas sobre otras, un ropaje encebollado de capas.

Para Galliano la Semana de la Moda londinense es la oportunidad de reinvindicar una creatividad humillada. Y para finalizar su penitencia, el modisto ha optado por no llamar excesivamente la atención a la espera de tomar aire ante la verdadera prueba de fuego que tendrá lugar en marzo: París. Margiela y él son dos personas semejantes, solitarias, pero también distintas en la concepción de la moda. Tanto es así que el desfile restringido de ayer, al que asistía Naomi Campbell o Kate Moss, pecó de insulso a pesar de la expectación y la calidad de sus diseños. En los bancos estaban también Anna Wintour, valedora del diseñador y directora para los Estados Unidos de la revista Vogue, así como el modisto español del calzado Manolo Blahnik.

Dijo el propio Galliano, tras su detención en el 2011, que se había equivocado y que había aprendido. Y que la expiación de su pena le había servido para convertirse en alguien nuevo, pues interiormente lo había perdido todo.

Quizás el gran impulsor de la firma mítica Dior desde los años 90 haya decidido dar a sus 54 primaveras un golpe de timón y elegir ahora una tijera más pausada y ecléctica. O bien Londres ha sido una cortina de humo y el golpe definitivo lo esconde para la pasarela de París, ahora que ya se ha sacudido la presión.