Un gallego es autor de la patente más rentable de la ciencia española

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Luis Blanco Dávila (A Coruña, 1958) es investigador en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa
Luis Blanco Dávila (A Coruña, 1958) es investigador en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa

El coruñés Luis Blanco acaba de ser reconocido con el premio Severo Ochoa

04 ene 2015 . Actualizado a las 13:31 h.

Una minúscula proteína asociada a un virus se ha erigido en la auténtica mina de oro de la ciencia española. La polimerasa Phi29, que permite multiplicar por miles o millones de veces una pequeña muestra de ADN, un proceso esencial para los laboratorios de genética, investigadores forenses o para la policía científica, se ha convertido en la patente más rentable de la investigación pública española. La historia es bien conocida, pero lo que ya no lo es tanto es que detrás de este hallazgo se esconde como primer protagonista un científico gallego. Si habitualmente se había asociado a la bioquímica asturiana del CSIC Margarita Salas, en cuyo laboratorio se identificó la polimerasa, no es menos cierto que el principal autor del trabajo y primer firmante de la patente es el gallego Luis Blanco Dávila (A Coruña, 1958), profesor de investigación en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC), que es uno de los mejores ejemplos en España de cómo la ciencia básica también puede ofrecer un rendimiento económico. Su carrera acaba de ser distinguida recientemente con el premio Carmen y Severo Ochoa por su contribución al descubrimiento de enzimas fundamentales para la síntesis de material genético.

La polimerasa Phi 29 fue patentada en 1989, pero no fue hasta el 2003, con los hallazgos surgidos a raíz de la secuenciación del genoma humano, cuando empezó a dar dinero. Fue licenciada a la empresa americana General Electric Healthcare, que aportó algo más de seis millones de euros en royalties hasta que la propiedad intelectual del CSIC expiró en el 2009. La enzima prodigiosa fue un gran negocio para la institución pública, pero lo mejor quizás esté por llegar con las variantes y modificaciones que han ido descubriendo desde entonces tanto el equipo de Margarita Salas como el de Luis Blanco. «Queríamos seguir teniendo parte del negocio», explica Luis Blanco.

Empresa con Garmendia

Solo que ahora la estrategia es distinta. Primero, la versión mejorada de la Phi29 permitió la concesión de una patente nueva, que se licenció a la empresa X-Pol Biotechs, una spin-off del CSIC creada por Blanco y por el Grupo Genetrix, de la exministra de Ciencia e investigadora Cristina Garmendia, a la que luego se sumó Margarita Salas.

En este camino fue cuando Luis Blanco realizó otro gran hallazgo, la polimerasa humana PrimPol. Es otra enzima revolucionaria, descubierta en el 2013, que permite a la Phi 29 iniciar el proceso de amplificación masivo de ADN a partir de pequeñas muestras. O, lo que es lo mismo, de poner en marcha la fotocopiadora molecular. Este arranque funcionaba con iniciadores que habían patentado otras compañías, con lo que ahora los investigadores del CSIC están en disposición de ofrecer el kit completo. «La PrimPol inicia el proceso de síntesis y la polimerasa Phi29 amplifica el ADN», detalla Blanco Dávila, quien también destaca otra aplicación: permite la replicación, el proceso por el cual las células hacen la copia de su genoma, incluso cuando el ADN está dañado.

Estas investigaciones dispararon las expectativas de negocio de X-Pol Biotechs, que absorbió mediante fusión a una empresa alemana que cotizaba en bolsa. El grupo, ahora denominado Sygnis, iniciará este mes la distribución en Europa de su primer producto para la amplificación de ADN, TruePrime, que posibilita la replicación del genoma completo a partir de una única célula.

Luis Blanco sigue siendo el consejero científico de la empresa, aunque ya no es de los accionistas principales. Trabaja en su laboratorio del Centro Nacional de Biología Severo Ochoa, porque la investigación es su pasión, a la espera de que nuevos descubrimientos surgidos del conocimiento básico se traduzcan en beneficios sociales. «Descubrí -confiesa- que con investigación básica también se puede generar dinero y devolver algo del esfuerzo que nos brinda la sociedad».