Los murciélagos, probables causantes de la epidemia del ébola

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BAZ RATNER | REUTERS

El primer paciente, un niño, podría haber contraido el virus tras jugar en un tronco dónde viven estos animales y consumir su carne

30 dic 2014 . Actualizado a las 21:31 h.

El estallido de la epidemia de ébola en el oeste de África fue causado probablemente por una especie de murciélago llamada Mops condylurus, según ha concluido un estudio del instituto epidemiológico alemán Robert Koch (RKI) publicado en la revista Embo Molecular Medicine. Hasta ahora se creía que el brote había sido desatada por unos murciélagos gigantescos conocidos como zorros voladores.

Tal como ya se conoce, probablemente el primer paciente, un niño pequeño, contrajo la enfermedad el 26 de diciembre del 2013 en la aldea de Meliandou, en Guinea. Los niños de la aldea solían jugar en el tronco hueco de un árbol habitado por murciélagos Mops condylurus, señalan los científicos dirigidos por el investigador Fabian Leendertz. Los animales eran cazados por los pequeños y su carne era asada como alimento. Los científicos señalan que el virus podría haber sido transmitido a través de la ingestión de la carne o del contacto con fluidos corporales de los animales. Según los autores del estudio, los pobladores de la región tienen contacto frecuente con el tipo de murciélago conocido «zorro volador», pero el niño podría haberse contagiado al jugar en el árbol en el que se confirmó que habitaban ejemplares de esta especie.

El equipo del Instituto Robert Koch viajó en abril dek 2014 al lugar en el que estalló la epidemia, en la zona de Guinea que limita con Liberia y Sierra Leona para identificar las causas de la epidemia del ébola. Los científicos germanos encontraron material genético de estos murciélagos, considerados reservorios naturales del virus del ébola en brotes anteriores de la enfermedad, en pruebas tomadas del suelo y de las cenizas del tronco hueco que fue quemado.

Se sabe que este tipo de murciélago puede sobrevivir al virus del ébola porque en algunos ejemplares fueron hallados los correspondientes anticuerpos. Los investigadores también estudiaron la fauna local debido a que epidemias anteriores se habían cobrado la vida de monos y antílopes. Sin embargo, en este caso no detectaron modificaciones en la densidad de la fauna silvestre.

Esta conclusión amplía el espectro de posibles causas. Según explicó Leendertz, el hecho de que el niño se contagiase «fue una lamentable casualidad». El científico sostuvo que la probabilidad de contraer la enfermedad a través de la ingestión de carne de un ejemplar infectado o del contacto con sus fluidos corporales es ínfima.