La intervención de Francisco fue decisiva para que el arzobispado abriera una investigación y para que se ayudara a la Justicia a esclarecer el caso
25 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.Al joven granadino de 24 años que destapó los casos de abusos sexuales por parte de sacerdotes de Granada le sorprendió una llamada a su móvil personal.
-Buenas tardes hijo, soy el padre Jorge.
-Perdón (responde Daniel, nombre ficticio), se ha debido equivocar. No conozco a ningún padre Jorge.
-Bueno, soy el papa Francisco.
Tras la sorpresa inicial, el pontífice le explicó que había leído la carta que le había enviado en agosto relatando su calvario, lo que le había conmovido profundamente. Y le pidió disculpas. «Quiero pedirte perdón en nombre de toda la Iglesia de Cristo -le dijo el papa-. Perdona este gravísimo pecado y gravísimo delito que has sufrido». Pero no se contentó con ello, sino que le anunció que ya había puesto en marcha el mecanismo para depurar responsabilidades.
¿En qué medida fue importante la intervención del papa?
Fue vital. Primero emplazó al Arzobispado de Granada a abrir una investigación, que retiró de los oficios a diez de los religiosos implicados. A Roma, sin embargo, no le pareció suficiente la medida, por lo que el papa telefoneó por segunda vez al denunciante para expresarle su desazón por la actuación de los responsables de la archidiócesis. El Vaticano llamó a capítulo al arzobispo, Francisco Javier Martínez, según recoge la web Religión Digital. Esta intervención fue, muy probablemente, la que incitó al responsable de la diócesis a pedir perdón el pasado domingo por «los escándalos» que han afectado a la Iglesia. Lo hizo postrado en el altar de la catedral de Granada. En los últimos días también se agilizó la colaboración del arzobispado con la Policía, a la que suministró testigos de difícil localización, como antiguos seminaristas, cuyo testimonio pudo ser clave para la detención de los tres sacerdotes y el profesor de Religión.
¿Encaja la acción en la política de tolerancia cero de la Iglesia?
Totalmente. El perdón no sustituye a la justicia. Este es el lema que han seguido tanto Benedicto XVI, como su sucesor, Francisco, en su política de tolerancia cero contra los abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica. Ambos pidieron disculpas públicas a las víctimas, pero no se han limitado a pedir perdón, sino que han pasado a los hechos. El Vaticano ha investigado en la última década a 3.420 sacerdotes, de los que 848 fueron apartados del servicio y el resto sancionados de distinta forma. Pero, quizás, lo más importante es la actitud decidida de Francisco de colaborar con la justicia para ayudar en la resolución de las denuncias. El caso de Granada es un buen ejemplo.
¿Cuál fue el punto de inflexión?
A la Iglesia le costó asumir abiertamente los casos de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes que se fueron denunciando en la última década, fundamentalmente en Irlanda y en Estados Unidos, lo que también acabó costándole cerca de 2.000 millones de euros en indemnizaciones. Ratzinger fue el primero que decidió atajar frontalmente el problema, para lo que, primero, empezó por asumirlo. Lo hizo en un acto histórico en marzo del 2010 en el que, por primera vez, un pontífice pidió disculpas por los abusos. Luego cambió las normas en el Vaticano para facilitar las denuncias.
¿Colabora la Iglesia con la Justicia?
Si Benedicto XVI fue el primero en afrontar el problema, la actitud más decidida aún del papa Francisco está llevando a una colaboración efectiva con la justicia. Francisco, al igual que Ratzinger, también pidió públicamente disculpas a las víctimas. «Pido perdón por todo el mal perpetrado por algunos sacerdotes contra menores. No vamos a dar un paso atrás en el tratamiento de estos problemas y a las sanciones que se deben poner. Con los niños no se juega», dijo en abril del 2013.
¿Tomó otras medidas?
Sí. Aprobó la reforma penal de la Santa Sede y del Estado Vaticano para perseguir con mayor contundencia estos delitos y creó la Comisión para la Protección y Tutela de Menores.
análisis la iglesia hace frente a la pederastia