Caballero ha considerado que, ante la dificultad de que los niños se autorregulen y de que las compañías vendan menos su producto, es factible establecer, sobre todo en países en vías de desarrollo, algún tipo de regulación que penalice la comercialización de bebidas gaseosas azucaradas en las escuelas, como fórmula para combatir el sobrepeso infantil.
Como ejemplo de este tipo de políticas, Caballero se ha referido a lo que se ha hecho en algunos países de Iberoamérica, como México, donde desde enero se gravan las bebidas gaseosas y donde también se ha establecido un impuesto del 8 % a la comida chatarra, estrategias que también se aplican en Chile, Uruguay, Ecuador o Brasil.