La lucha contra el ébola en España y la paradoja Paciencia Melgar

M. P. R. LA VOZ / REDACCIÓN

SOCIEDAD

La religiosa infectada fue abandonada cuando su compañero Miguel Pajares fue repatriado; tras sobrevivir a la enfermedad, su suero es clave en el tratamiento

08 oct 2014 . Actualizado a las 16:44 h.

El primer caso de contagio de ébola fuera de África ha vuelto a poner de manifiesto las desigualdades entre el primer mundo y el tercero. El pasado fin de semana, sin ir más lejos, se producía la cifra récord de fallecimientos por ébola en Sierra Leona, más de 100. La infección de la auxiliar de enfermería Teresa Romero deja en evidencia este desequilibrio, pero pocos ejemplos más claros que el de la religiosa Paciencia Melgar.

La voluntaria guineana, compañera del español Miguel Pajares en sus trabajos en Liberia, contrajo el ébola al igual que varios de sus colegas de la organización Juan Ciudad ONGD, promovida por la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Paciencia fue abandonada, al igual que otra religiosa africana, Chantal Pascaline, y el también voluntario de la orden Georges Combey.

El 6 de agosto, un avión medicalizado del Ejército del Aire voló a Liberia para llevarse a Madrid a Pajares y a la hermana Juliana Bohi, de origen guineano pero con nacionalidad española. La familia de Pajares siempre lamentó que se hubieran dejado atrás a Paciencia Melgar y el resto, condenados (pensaban) a una muerte segura en una de las zonas más afectadas por el ébola.

Chantal Pascaline, congoleña, moría por la enfermedad el 9 de agosto en el Hospital San José de Monrovia. Dos días después, el ébola consumía a George Combey. Ante las críticas de la familia de Pajares y de algunos sectores vinculados con el voluntariado, la directora general de Salud Pública, Mercedes Vinuesa, precisó entonces que la operación del Gobierno sólo contemplaba «la repatriación de los españoles».

Suero clave

Sin embargo, Paciencia Melgar no murió. Tratada en Monrovia, se comunicó oficialmente libre de ébola el 25 de agosto. Después, pasó 21 días en cuarentena hasta confirmar que no era un peligro. Lo primero que hizo cuando pudo salir de Liberia fue volar a España. Su milagrosa recuperación, de repente, la convirtió en valiosa por algo más que por su trabajo humanitario.

Paciencia Melgar, de 47 años, llegó a Madrid el pasado 25 de septiembre con el objetivo de donar sangre para el religioso García Viejo, que se encontraba ingresado en el Hospital Carlos III infectado por ébola tras haber sido repatriado a España procedente de Sierra Leona. Sin embargo, el misionero falleció ese mismo jueves.

Ahora, la auxiliar de enfermería infectada está recibiendo plasma de donante convaleciente de Paciencia Melgar. El plasma de donante convaleciente de personas que han ganado la batalla al ébola es uno de los tratamientos experimentales autorizados por la Organización Mundial de la Salud. De esta manera, la religiosa Paciencia pasó de ser poco menos que abandonada a convertirse en una esperanza para Teresa Romero.