«No hay una pastilla que borre los problemas»

Mila Méndez Otero
Mila Méndez LA VOZ

SOCIEDAD

Los psiquiatras alertan del abuso de fármacos para calmar la ansiedad y superar la depresión

06 oct 2014 . Actualizado a las 07:30 h.

La noche del 14 de mayo de 1994 Riazor estaba completo. El ambiente, caldeado tras el paso de los minutos. Todo era sentimiento en estado puro. Y de la exaltación la afición pasó al más profundo de los desconsuelos cuando Djukic falló aquel histórico penalti. Como un globo que se desinfla. Medio estadio llorando desconsoladamente y la prensa calificando el momento de tragedia. ¿Qué se podía hacer para poner fin a esa pena? ¿Una pastilla? El doctor Juan Carlos Díaz de Valle (Carballo, 1958) suele utilizar este ejemplo cuando a su consulta llegan pacientes en busca de la píldora milagrosa. «Unos quieren pastillas para dormir, otros para no dormir, también para concentrarse, e incluso, cuando hay un problema de pareja, te preguntan. Desde luego, ¡no hay pastillas que solucionen eso!».

La llamada de atención del referente mundial Allen Frances sobre la excesiva medicalización de la vida es compartida por muchos psiquiatras. Director durante años del Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM), considerado como la biblia del gremio, Frances alerta sobre una hiperinflación en el diagnóstico de patologías y, por tanto, en el número de recetas. Su generalización ha hecho que acudamos a los ansiolíticos como si fueran una simple aspirina, cuando se trata de tratamientos que requieren prescripción médica. «Muchas personas se automedican, utilizan, por ejemplo, tranquilizantes que les recomiendan amigos o vecinos», comenta Díaz del Valle (Carballo, 1957), psiquiatra en el CHUAC. Las consecuencias que pueden tener a la larga el consumo descontrolado de estos medicamentos son muchas, como la dependencia. «Es como si el coche nos dice que necesita aceite y apagamos la luz de advertencia del termostato. Podemos continuar y que no nos moleste, pero también acabaremos quemando el motor. Con las pastillas ocurre lo mismo. No tapan ningún problema, solo lo enmascaran», explica.

¿Problemas o trastornos?

La presión de las industrias farmacéuticas ha jugado un papel importante, pero no han estado solas. La respuesta también hay que buscarla en la propia demanda. ¿Estamos tan mal de la cabeza? Con una tasa de desempleo que roza el 25% en el conjunto del país, tres ejecuciones hipotecarias de media al día en Galicia y unas condiciones cada vez más estresantes, lo raro sería que no nos afectara. «La crisis claro que ha perjudicado la salud mental. Hemos pasado de la sociedad del confort a la sociedad de la competitividad. No tener un trabajo ni recursos para llevar a tu casa, o perderla, pueden afectar a cualquiera», indica Díaz del Valle. Como médico es testigo directo de muchos dramas, asegura que la cuestión es saber dónde está la línea roja. La que separa un problema de un trastorno. «Los duelos, las separaciones o un despido son momentos amargos que tenemos que superar, pero no son una enfermedad. Tenemos que estar preparados para afrontar diferentes estados de ánimo. En la vida no todo van a ser alegrías». Y, como al cuerpo, a la mente también hay que entrenarla desde pequeña. «Desde la educación infantil, tenemos que aprender a tolerar la frustración. Cuando algo es que no, es que no», subraya.

¿Y si una depresión leve se acaba convirtiendo en crónica? En sus 30 años como psiquiatra la percepción social hacia las dolencias mentales ha cambiado mucho. Pero siguen pesando los tabúes. «Hemos avanzado mucho, pero espero que en los próximos 30 años evolucionemos muchos más», reconoce.

Las dolencias «verdaderas»

Antes, las consultas psiquiátricas ni siquiera dependían del servicio de salud, sino de sanatorios financiados por las diputaciones. Ahora ya están integrados. Pero siguen pasando más desapercibidos. Casi invisibles. Una contradicción si se tiene en cuenta este dato que recalca: «Cuatro de cada diez de nosotros vamos a sufrir a lo largo de nuestra vida algún tipo de trastorno». En la mayoría de los casos serán pasajeros. Ansiedad, problemas de adaptación? El verdadero problema empieza cuando traspasan esa otra línea roja y se convierten en trastornos graves. Tratar un proceso banal como si fuera una enfermedad, no ayuda a los que de verdad sufren una dolencia severa.

En el Servizo de Psiquiatría de la Xerencia de Xestión Integrada de A Coruña, donde trabaja Díaz del Valle, atienden a cerca de unas 300 personas con dificultades serias. Padecen algún tipo de enfermedad mental grave: esquizofrenia, bipolaridad... Su empeño en los últimos años ha sido mejorar su calidad de vida y hacer lo posible para que, al igual que un paciente que se ha curado de una lesión, ellos también puedan tener una segunda oportunidad: «Hemos sido los primeros en crear un equipo de atención integrado por profesionales de la psiquiatría, enfermería, psicología, trabajo social y terapia ocupacional. Todos a tiempo completo y con una asistencia inmediata», explica.

La soledad y las listas de espera no ayudan a estos enfermos menos aceptados, que sufren las consecuencias. «Lo importante es que vuelvan a ser autónomos, que recuperen sus capacidades cognitivas y funcionales. En algunos casos ya hemos conseguido que vuelvan a trabajar gracias a la colaboración de los concellos y a programas de reinserción. Pero, también somos conscientes de que no llegamos a todos. El servicio debe crecer. Tienen los mismos derechos un vecino de Fisterra que uno que vive al lado de Riazor», concluye. Trabajar tantos años intentando sanar la mente de los demás no ha agotado la suya. Este fin de semana organiza junto a la Asociación Pro Enfermos Mentales (APEM) la primera edición de unas jornadas dedicadas a estos pacientes en A Coruña. De cara al Día Mundial de la Salud Mental, el 10 de octubre, destaca una ventaja que tenemos los gallegos: «Somos una sociedad más rural, eso siempre es mejor para nuestra cabeza que las prisas, los agobios y los atascos de las grandes ciudades».

¿Ansiolíticos y Alzhéimer?

Las benzodiacepinas son uno de los ansiolíticos más comunes y eficaces para tratar problemas como la ansiedad y el insomnio. La Agencia Española de los Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) calcula que un 11% de los españoles recurren a ellos. No es un porcentaje pequeño, de ahí la alarma que causó el estudio publicado hace unos días en el British Medical Journal. La conclusión de los investigadores francocanadienses es que su consumo reiterado puede aumentar las probabilidades de padecer Alzhéimer hasta en un 51%. Sin embargo, el informe aun no es concluyente. Para los profesionales médicos no deja de ser una advertencia sobre la importancia de la prescripción de estos tratamientos, cuya duración y periodicidad deben ser controladas.