El último capítulo se producirá el próximo martes 9 de septiembre
02 sep 2014 . Actualizado a las 15:16 h.En uno de los veranos astronómicos más largos de los últimos siglos, con una duración de 93 días y 15 horas, la luna nos está regalando unas noches que no volverán a producirse hasta 2028 o 2029: la superluna. La primera se produjo el 12 de julio, la segunda fue el 10 de agosto y la tercera se verá el próximo 9 de septiembre. Coincidiendo con la conocida como «luna de la cosecha» y la última antes del equinoccio, cerrará las «lunas de perigeo», que se produce cuando el astro se encuentra a no más de un 10 % de su punto más cercano a la tierra en el recorrido de su órbita.
La luna sigue una trayectoria elíptica ?de forma ovalada, no circular- alrededor de la Tierra con un lado -el perigeo- alrededor de 50.000 kilómetros más cerca que el otro -el apogeo-. Por esta razón, cuando las lunas llenas se producen en el lado más próximo de la orbita del satélite terrestre parecen más grandes y brillantes que habitualmente, tal y como ha sucedido durante los dos últimos meses. No obstante, hay ocasiones que cómo la luna está muy próxima al perigeo, como sucedió en marzo del 2011 cuando estuvo a solo una hora, se puede ver igual de brillante pero no tan grande. En la práctica, no siempre es fácil notar la diferencia entre una superluna y una luna llena normal: un 30 % de diferencia en el brillo puede ser fácilmente ocultada por las nubes o la bruma, y además no hay elementos flotando en el cielo para medir diámetros lunares.
Además, la del 10 de agosto no fue una superluna normal. Se trató de una extra-superluna ya que el astro alcanzó su máximo durante la misma hora que el perigeo, por lo que su tamaño y su brillo fue mayor que habitualmente. El único inconveniente de este evento fue, sin duda, que empañó a las Perseidas, la gran lluvia de estrellas del verano.
Aunque puede parecer un fenómeno habitual, lo cierto es que las superlunas solo se pueden ver en todo su esplendor cada 15, 16, 17 o 18 años. Eso sí, el año que se producen, siempre ocurren varias veces. Por esta razón, como todos los eventos astronómicos inusuales, las teorías apocalípticas rodean a estas lunas. Una de las más extendidas, es que tres días después de que la luna sea un 30 % más grande de lo corriente, la Tierra es más proclive a sufrir terremotos, erupciones volcánicas u otros tipos de desastres naturales ya que al estar más cerca, la fuerza gravitacional de la luna es mayor. Sin embargo, los expertos señalan que las últimas superlunas -las de 1993 y 1975- no dejaron tras de si ningún desastre. A pesar de ello, muchos apuntan que la de marzo del 2011, que no fue total, estuvo precedida por el terremoto y posterior tsunami de Japón que arrasó Fukushima.