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SOCIEDAD

Galicia se salva de los cupos para bucear en reservas marinas protegidas, pero exige permisos

15 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Dicen responsables de las escuelas de submarinismo que el que aprende a bucear en Galicia, en el océano Atlántico o en el mar Cantábrico, es capaz de hacerlo en cualquier lugar del mundo. Desde la australiana Gran Barrera de Coral o el Mar Rojo hasta Cozumel, en el Caribe, o en las Maldivas rodeado de manta-rayas. Además juega con la ventaja de que sus aguas todavía son un secreto porque no están tan saturadas de buceadores como las del Mediterráneo o las de Canarias. Precisamente para preservar las áreas protegidas de ese aluvión de submarinistas el Ministerio de Agricultura publicó hace una semana una orden que modifica la norma de buceo de recreo y marca una serie de cupos para disfrutar de los fondos en las reservas marinas protegidas, ubicadas mayoritariamente en aguas mediterráneas.

Galicia queda al márgen al carecer de zonas de ese tipo, pero también marca sus restricciones a la hora de bucear en los espacios protegidos que hay en su costa. El Parque Nacional Illas Atlánticas, por ejemplo, gestiona sus propios permisos. Las autorizaciones pueden pedirse a través de la página web. Además para disfrutar de la naturaleza en aguas de la reserva marina de Miñarzos o la de la ría de Cedeira hay que contar con el visto bueno de la Consellería de Pesca. Y eso también sucede en el caso de querer sumergirse en el interior de las rías.

Aunque para algunos lo que hay bajo la superficie en el entorno de las Illas Lobeiras, en la costa da Morte, o en la Illa Coelleira, en O Vicedo, no sea tan exhuberante o colorido como lo que pueda ver en el Índico o en el mar de Andamán, no resulta menos grandioso lo que ocultan en las profundidades las aguas gallegas. O acaso no parece increíble hallar algún congrio escondido entre los restos de un carguero como el Ybis, que una noche de temporal a mediados de los años 70 quedó encayado en las Estelas. Esa combinación de historia y naturaleza es diferente.

Pero incluso aquellos que echen de menos los coloristas corales de aguas más cálidas pueden disfrutar de los pequeños bosques subacuáticos de las Cíes, donde campan a sus anchas, por ejemplo, las vistosas babosas de mar. Porque Galicia cuenta con espectaculares fondos tanto en dicho entorno como en el de la Illa de Sálvora, que también es parte del Parque Illas Atlánticas. Además escuelas de buceo consultadas marcan, como mínimo, una treintena de lugares en los que practicar submarinismo recreativo.

Solo hay que aguardar a un día claro para observar, por ejemplo, algunas clases de rayas que, aunque no sean tan grandes como las que hay en otros mares, su forma de surcar las profundidades no deja de tener un atractivo parecido al de una bailarina deslizándose sobre un escenario. Pero no son las únicas joyas que guarda la costa de Galicia. Caballitos de mar bailando suspendidos entre las rocas, pulpos acechando entre mejillones, alguna especie de pequeño tiburón, bogavantes o centollas caminando sobre el fondo, sepias que vierten su tinta de repente cuando se las asusta...

La mayor parte del año toda esa belleza submarina queda prácticamente reservada a los gallegos que practican este deporte recreativo. Pero ahora en verano la cosa cambia y cada vez son más los submarinistas de otras comunidades que quieren aventurarse a descubrir los encantos del mar gallego. Vienen del País Vasco, Asturias , Cantabria, Madrid, Valencia, Alicante... Solo una recomendación: No hay que aventurarse porque las aguas gallegas no son cualquier cosa. Por algo el que practica este deporte aquí puede hacerlo en cualquier parte.