Ortigueira se rinde al mundo celta

Ana F. Cuba ORTIGUEIRA / LA VOZ

SOCIEDAD

Milladoiro, coetáneo del Festival, se entregó anoche sobre el escenario Alameda

19 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

En Ortigueira ya nadie se hace fotos con los gaiteiros escoceses, todo un exotismo en plena transición. El Festival do Mundo Celta surgió en 1978 del ansia de libertad, casi a la par que la música folk y las bandas de gaitas, como recuerda Álvaro Fernández Polo, uno de los fundadores. La Escola de Gaitas ignoraba que estaba pariendo «algo con tanta forza que existiría igual só», opina Marías, otro de los «inconscientes» liderados por Xavier Garrote que dirigieron la primera etapa, de 1978 a 1983.

A Paloma, madrileña de 20 años, tras dos días en la playa de Morouzos -la zona de acampada, gran reclamo del Mundo Celta, junto al cartel musical-, se le ocurren varios calificativos: «Fenomenal, gratuito y para todo el mundo, una experiencia muy enriquecedora... Aquí se comparte todo y se respeta la naturaleza». La noche inaugural, el jueves, bailó casi hasta desfallecer y acertó con el ganador del proyecto Runas, la banda vasca liderada por el trikitilari Xabi Aburruzaga (5.000 euros de premio y actuación asegurada para el año 2015).

El jurado valoró «la originalidad del repertorio, la afinación, la calidad de los arreglos, la variedad y uso de ritmos, el empleo de recursos típicos del folk o la conexión con el público». Paloma asiente. En segundo lugar quedó el Cuarteto Caramuxo (3.000 euros) y en tercero, los también gallegos Tiruleque (2.000). El primer festival de Eloy, leonés de más de 50, fue el de 1981. «Nada que ver, ni el contexto, ni el ambiente... El momento actual lo definiría como ?el bajón del apogeo? que se vivió en el 2005 o el 2006, en decadencia en cuanto a gente; eso sí, más tranquilo». Este folkie veterano sostiene que «falta relevo generacional y este tipo de música está desapareciendo, además de la dispersión de alternativas».

Iris, Isabel, Nerea y Noelia, que han viajado en coche desde Lalín, refutan los malos augurios. Rondan la veintena. «Gústame a xente, a festa, o ambiente no pobo e na praia e os concertos. Vin o ano pasado e este repito con tres amigas», cuenta Noelia, con la mochila, la tienda de campaña -Morouzos es territorio Quechua- y el resto de bártulos, de ruta al pinar. Hay un servicio de autobuses, por un euro el trayecto, pero muchos optan por caminar, alguno se trae la bici y no falta quien arramble con un carro de la compra en algún súper.

«Algo viejuno sí parece este año», opina Luis, coruñés del 90, que anoche se emocionó con Milladoiro, una banda coetánea del festival, de Interés Turístico Internacional desde el 2005. «Volver a Ortigueira sempre é un pracer, unha vila que forma parte moi importante da historia do grupo», recalca Moncho García, uno de sus creadores. Luis tampoco se quiere perder la actuación de The Chieftains, esta noche, en el escenario Alameda -la antítesis del palafito de madera y lona de los inicios, donde tocó Milladoiro en cinco ocasiones-. Los irlandeses ya pisaron la villa ortegana en el 2004, aclamados por el público.

Los gallegos Bellón Maceiras Quinteto y el gaiteiro Anxo Lorenzo, el espectáculo Fest Rock -la música tradicional bretona de la Bagad Kemper y el rock de Red Cardel, con 45 músicos- y la Treatcherous Orchestra, de Escocia, animarán la última madrugada del trigésimo Festival de Ortigueira. El Mundo Celta ha perdido el espíritu reivindicativo de la primera época y ya no entiende de marabuntas. «¡Pero coñeces moita xente e hai tan bo rollo!», grita Sara, estudiante de arte dramático, de Cambados. A su lado unos sestean y otros miran al cielo, que augura lluvia.