El papa zanja la limpieza del banco vaticano y suspende 5.000 cuentas

Íñigo Domínguez ROMA / COLPISA

SOCIEDAD

El actual presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), Ernst von Freyberg.
El actual presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), Ernst von Freyberg. alessandro Di Meo < / span>efe< / span>

Ernst Von Freyberg, nombrado por Benedicto XVI, deja la presidencia

09 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El banco vaticano, el polémico Instituto para las Obras de Religión (IOR), entra desde hoy en la «Fase Dos», como la ha llamado la Santa Sede, el año uno después de Francisco. Debería ser una nueva etapa como banco católico decente, sin pufos, sin blanqueo de dinero para mafiosos o políticos corruptos y sin clientes misteriosos, el lastre de las últimas décadas de un banco mezclado en graves escándalos. El saneamiento del IOR es uno de los pilares de credibilidad de la revolución moral que Jorge Mario Bergoglio ha aplicado al Vaticano y, 16 meses después de su elección, parece firmemente encarrilado.

La entidad publicó ayer por segunda vez su balance anual, el primero de unejercicio completo bajo el nuevo papa, una radiografía del lavado de cara: en el último año, apretando las tuercas, ha suspendido 5.000 cuentas -3.000 cerradas y 2.000 congeladas hasta aclarar lo que hay en ellas o quién está detrás- y ha abandonado inversiones raras de la anterior gestión. Todo ello le ha costado un bajón de beneficios, pues ha pasado de ganar 86,6 millones a 2,9. Es decir, el precio de la limpieza han sido 83,7 millones.

Acabado el trabajo sucio, su presidente lo deja. El alemán Ernst Von Freyberg, nombrado de forma controvertida en los últimos días de Benedicto XVI, se va con todo el consejo y entra un nuevo equipo que será presentado hoy. Todo indica que el sucesor será el francés Jean-Baptiste de Franssu, miembro del Consejo de Economía creado por el Papa en febrero.

Al frente está el cardenal australiano George Pell, un «ministro de Economía» que es la nueva figura fuerte del organigrama. Controlará el Instituto para las Obras de Religión a partir de ahora.

Transparencia

El esfuerzo de transparencia se nota en la web del IOR. Se ve la cara de sus consejeros, rostros ignotos hasta hace nada, y se lee que tienen 115 empleados. El patrimonio del IOR en el 2013 ascendía a 720 millones. Entregó 50 al Vaticano como aportación a sus cuentas y cuatro para beneficiencia. Los costes de gestión, 8,3 millones, se han disparado un 35 % por las auditorías de Deloitte & Touche y los servicios de la sociedad Promontory, que ha revisado todas las cuentas corrientes. Las bloqueadas «a la espera de los datos solicitados» pertenecen a 1.329 personas y 762 instituciones.

Cuentas inactivas

En cuanto a las cerradas, 2.600 llevaban años inactivas y con pequeñas cantidades, pero en 396 casos se debe a que sus titulares no debían tener esas cuentas por no ser religiosos o empleados vaticanos, que en el IOR cobran sueldos y pensiones. También pueden abrir cuentas embajadas y diplomáticos acreditados ante la Santa Sede. A esas 396 cerradas hay que sumar otras 359 en trámites de clausura. En resumen, el IOR echa en total a 755 clientes, los últimos de esos famosos laicos que tenían cuentas sin derecho a ello, sin que se supiera cómo habían llegado a poseerlas, y donde a veces se escondían operaciones turbias. Cerrarlas ha supuesto la salida de 44 millones del IOR.