En 1997, el entonces presidente Bill Clinton realizó un primer intento de adscribirse al tratado. Su sucesor, George W. Bush, dio marcha atrás en el 2004 a esa iniciativa y hasta el 2009 los activistas no consiguieron una nueva promesa de la Casa Blanca para reanudar su propuesta contra las minas antipersona. Desde Ottawa, han intentado que Washington se comprometa a anunciar resultados concretos antes de la celebración de la reunión de Maputo.
A pesar de que no es parte oficial del tratado, lo cierto es que Estados Unidos sí que es actualmente el mayor donante mundial para campañas de desminado y tratamiento de víctimas de minas antipersonas, al aportar una cantidad estimada de 2.000 millones de dólares (unos 1.400 millones de euros) desde 1993.