Más de 20.000 elefantes mueren al año por el comercio ilegal de marfil

Raúl Romar García
R. Romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

EL REY, ABATIDO. Satao, en primer plano junto a su manada, considerado el rey de los elefantes, fue una de las últimas víctimas de los cazadores furtivos. La imagen fue tomada por el fotógrafo Mark Deeble y recogida en su blog http://markdeeble.wordpress.com/
EL REY, ABATIDO. Satao, en primer plano junto a su manada, considerado el rey de los elefantes, fue una de las últimas víctimas de los cazadores furtivos. La imagen fue tomada por el fotógrafo Mark Deeble y recogida en su blog http://markdeeble.wordpress.com/ Deeble and Stone

El furtivismo compromete la viabilidad de la especie en África

17 jun 2014 . Actualizado a las 10:45 h.

«¿Por qué maté al elefante? Porque me daban un poco de sal, jabón y gasolina, que no tengo». Afán, un pigmeo de Gabón, fue el asesino del animal, pero también es la víctima del comercio ilegal de marfil, un lucrativo negocio que mueve miles de millones de euros al año y del que se benefician las redes criminales internacionales, que se aprovechan de la pobreza extrema de los nativos. Por el equivalente a 40 euros en mercancía, Afán se enfrenta a una pena de hasta seis años de cárcel y a una multa muy por encima de sus posibilidades. Los intermediarios del marfil, en cambio, habrán recibido 25 veces más por el lote. Su testimonio se recoge en la web del Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente (Unep), que alerta de que la caza furtiva de elefantes para extraerles los colmillos amenaza con diezmar a la especie en África.

Satao, el denominado rey de los paquidermos de Kenia, fue uno de los últimos en ser abatido, en este caso por envenenamiento, aunque la codicia por el oro blanco ha dejado una estadística interminable de óbitos. Casi coincidiendo con la noticia del final de Satao, la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora (Cites) dio a conocer hace unos días un informe en el que cifra en más de 20.000 el número de elefantes cazados el pasado año de forma ilegal. Es una cantidad un poco inferior a la de los dos años anteriores -22.000 en el 2012 y 25.000 en el 2013-, pero igual de preocupante.

«La situación es grave»

«Los elefantes africanos se siguen enfrentando a una amenaza inmediata para su supervivencia a causa de la caza furtiva para obtener el marfil. La situación sigue siendo grave», advierte John E. Scanlon, secretario general del programa Cites. Los datos reflejan de forma inequívoca el declive de la especie: a principios del siglo XX vivían más de veinte millones de proboscidios en África. Hoy en día apenas quedan 500.000.

Gabón, Kenia, Sudáfrica, República Democrática del Congo, Tanzania y Uganda son los países más afectados por esta práctica ilegal. Pero si la matanza se produce en África, el mercado se extiende a otras partes del globo. Hoy en día China es el principal receptor mundial del marfil obtenido furtivamente, seguida de Tailandia, Malasia, Filipinas y otros países asiáticos. Solo un ejemplo: en el 2012 se decomisaron en un solo cargamento en Hong Kong 3,8 de toneladas de colmillos, por las veinte capturadas a lo largo del año en todo el mundo. Asia sigue siendo el principal destino de la mercancía, pero el último informe de Cites constata un cambio: ahora la mayoría de los decomisos se realizan en la propia África, antes de que el material llegue a su mercado en un negocio global que atrae cada vez más a redes criminales organizadas. «Yo soy colombiano, pero esto me empieza a recordar la lucha contra las drogas», alerta Cristián Samper, del World Conservation Society.

No hay datos específicos sobre la cantidad que mueve este mercado negro, pero el comercio ilegal de especies amenazadas supone al año 55.000 millones de euros, según los datos del Banco Mundial. Y el marfil es la pieza más cotizada y valorada. Por un kilo pueden llegar a pagarse entre 1.500 y 2.000 dólares.

«Si no revertimos rápidamente la situación, el futuro de los elefantes en África está condenado», sentencia Lee White, director de los parques nacionales de Gabón.