El historiador Andrea Riccardi cree que las críticas avalan que la canonización de Juan Pablo II fue serio

La Voz CRISTINA CABREJAS | EFE

SOCIEDAD

En su libro «Lasantidad del papa Wojtyla» revela que no hubo unanimidad de criterios en el proceso

25 abr 2014 . Actualizado a las 22:24 h.

El proceso de canonización del papa Juan Pablo II, que será elevado a los altares el 27 de abril junto con Juan XXIII, tuvo testimonios críticos, pero «esto demuestra que fue un proceso serio», explicó a Efe el historiador y fundador de la Comunidad de San Egidio, Andrea Riccardi. El libro La santidad del papa Wojtyla, escrito por el exministro italiano y fundador de la llamada «ONU de Trastevere» por su labor de mediación en conflictos desde el barrio romano de ese nombre, revela cómo no hubo unanimidad de criterios en el proceso de canonización más rápido de la historia.

En una entrevista con Efe, Riccardi reiteró como de los 114 testigos que fueron escuchados durante el proceso de beatificación y después canonización del papa polaco «no todos fueron positivos». Entre ellos destaca el testimonio del arzobispo de Milán, el cardenal Carlo Maria Martini, jesuita, reconocido intelectual de carácter progresista y fallecido en 2012, que «expresó su perplejidad por la necesidad de canonizar al papa polaco y expresó sus críticas, por ejemplo, por relativizar a las iglesias locales».

«Yo no encuentro nada de escandaloso en ello, porque cuando se hace un proceso, también a grandes figuras, se necesita decir la verdad sobre todo lo que se piensa y que se ha vivido, y esto demuestra que ha sido un proceso serio», explicó Riccardi. «Cuando yo acudí a testificar en el proceso, también dije que era importante y que tenía que ser llamado el cardenal Martini para que diese su opinión», agregó. Para Martini, relató Riccardi, no era necesaria la canonización de Juan Pablo II, «bastaba sólo considerar el testimonio histórico de su dedicación seria a la Iglesia y al servicio de las almas».

Otro testimonio contrario que Riccardi revela en su libro es el del exabad de la basílica romana de San Pablo Extramuros Giovanni Franzoni, que hizo notar «el comportamiento no correcto» del futuro santo respecto a la causa de beatificación del sacerdote salvadoreño Oscar Romero, así como también la mala gestión del IOR, el banco vaticano y el error de la beatificación del controvertido Pío IX. También las críticas llegaron desde los sectores conservadores como los Lefevbrianos, que le consideraban demasiado progresista, mientras que el arzobispo de Bruselas, el cardenal Godfried Danneels, expresó su perplejidad por un «proceso que iba demasiado rápido» y añadió que «la santidad no necesita carriles preferenciales».

Pero la santidad de Juan Pablo II, opinó el historiador, era algo «bien claro» para la gran mayoría de las personas que fueron escuchadas en estos años de proceso desde que Benedicto XVI concedió el 28 de abril de 2005 la dispensa del plazo de cinco años de espera después de la muerte requerido por el derecho canónico para iniciar la beatificación. Para Riccardi no hay duda de que «fue el pueblo de Dios quien quería» su canonización. «Tras su muerte hubo la sensación de que había muerto un santo y este fue el verdadero gran empujón a la causa de canonización», subrayó Riccardi.

«Se puede discutir el modelo, las decisiones, pero hacer santo a un papa no quiere decir declarar santo todo lo que ha hecho, Juan Pablo II era un hombre y puede haberse equivocado, pero el núcleo de su vida era la fe y esto se veía en su oración», explica. Para Riccardi su «grandeza» y «su santidad» residen en la idea «de que hizo de su vida un ofrecimiento»