Como si de un deportista de élite se tratara, el lobo marino permaneció a cuerpo de rey durante un mes en una piscina de diez metros cuadrados y cinco de profundidad. Comía buen pescado gallego del que, según los técnicos, daba buena cuenta. Iba ganando peso con facilidad. Al mismo tiempo fortalecía sus extremidades y preparándose para lo que se le avecina a partir de mañana. Raciño engordó 18 kilos. Después de comprobar los técnicos que su estado de salud es óptimo y sus heridas, cicatrizadas, entendieron que es el momento del adiós. Raciño regresa a casa y aunque no sea consciente de ello en alguna parte del sur de las Islas Británicas se puede decir que hay un oriundo de Bergantiños.
Este ejemplar macho de lobo marino engordó 18 kilos en dos meses y medio