Ser madre en Galicia, ¿antes o después de la treintena?

EFE

SOCIEDAD

En 1980 las gallegas tenían su primer hijo, de media, a los 27 años y cuatro meses. En el 2012, a los 32 y dos meses escasos

11 feb 2014 . Actualizado a las 14:45 h.

Desde el comienzo de la década de los 80 hasta hoy, la edad que eligen las mujeres para aforntar la maternidad ha aumentado en un lustro.

Cuestiones como las expectativas laborales o la situación económica influyen a la hora de decidirse por el primer hijo, y también para tener un segundo o tercer retoño, tal y como explica el demógrafo y profesor universitario en el Campus de Ourense Alberto Saco. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 1980 la edad media a la que las mujeres tenían su primer hijo en Galicia se situaba en los 27 años y cuatro meses, mientras que en el 2012 subió hasta los 32 y dos meses escasos, superando así el patrón español que colocaba a las madres primerizas en 31 años y seis meses largos. La tendencia va en aumento y la escalada ha sido constante en cada década.

El jefe de Ginecología del Complejo Hospitalario Universitario de Ourense, José Luis Doval, argumenta que «lo ideal para tener un primer hijo es que sea antes de los 35 años», ya que a partir de esa edad «en las mujeres empieza a aumentar el riesgo de hijos con alteraciones cromosómicas y aumenta la tasa de abortos». También se eleva la probabilidad de problemas cardiovasculares o diabetes.

Por eso sitúa el momento óptimo para tener un primer hijo, desde el punto de vista biológico, entre los 20 y los 35 años. A medida que aumenta la edad en la que se tiene el primer hijo, crecen también el número de tratamientos para poder concebir, dice. «Se calcula que entre el 15 % y el 17 % de las parejas en edad reproductiva tienen algún trastorno de fertilidad», apunta el doctor. «Vemos también -prosigue- que muchas mujeres retrasan por temas socio-económicos y laborales la maternidad y este hecho obliga a tener que recurrir a técnicas de reproducción asistida». Y es que «a los 48 años las posibilidades de que una mujer tenga un embarazo espontáneo son del 2 %», ejemplifica.

Que las madres tengan a su primogénito a edades cada vez más tardías conlleva que pocas lleguen a tener un segundo. En datos concretos y tomando como ejemplo la provincia de Ourense, «uno de los lugares con la tasa de nacimiento más baja del mundo occidental, cada mujer tiene de media 0,8 hijos». En opinión de Doval, «continuará» la escalada que eleva la edad de las madres primerizas.

Antía Lodeiro desafía las estadísticas. Embarazada de 23 semanas, saldrá de cuentas antes de cumplir los 26. En cambio, Soledad Parra fue madre por primera vez a los 37. «Salgo de cuentas el próximo 11 de junio», cuenta plenamente emocionada la primera, Antía, ya que, aunque el embarazo «fue una sorpresa», ahora tanto ella como su pareja y sus respectivas familias están «felices». Confiesa que siempre pensó en ser madre joven porque «así cuando él sea adolescente la diferencia no será tanta» y, por tanto, la comunicación tendrá una mayor fluidez.

A día de hoy su pareja se encuentra en paro y el único salario es el suyo como camarera, que no llega a los mil euros, con lo cual ha tenido que escuchar eso de «cómo vas a tener un niño con la crisis», «qué difícil ser madre con los tiempos que corren y un solo sueldo». Pero ella lo tiene muy claro. «Vivimos en una sociedad demasiado consumista. A mi hijo no le va a faltar de nada, pero en vez de gastar mil euros en un carrito, puede tener uno prestado, por ejemplo».

Sin embargo, sí que reconoce Antía la necesidad de una «mínima» estabilidad profesional, así como de la conciliación entre vida laboral y familiar. En su caso, contará con la «inestimable» ayuda de los abuelos y bisabuelos de este pequeño «que viene en camino». Esta joven no afronta con miedo la nueva etapa que se le avecina. Su familia lleva años participando en el programa de acogida de menores de la Cruz Roja, de modo que ha cuidado «ya de bastantes bebés».

La hija de Soledad tiene ahora 27 meses y ella cumplirá en el 2014 cuarenta primaveras. «Nunca me planteé ser madre hasta que decidí que lo sería», expone. Así, esperó a unas «circunstancias óptimas», sin obsesionarse por la edad, puesto que «siempre iba a estar la opción de la adopción». Durante un tiempo largo, su pareja y ella residieron en ciudades diferentes y hasta que asentaron su domicilio conjunto no decidieron «dar el paso» de tener descendencia.

Pese a lo que los «tópicos» puedan llevar a pensar, «tuve un embarazo buenísimo, sin ningún malestar, y también un buen parto. Nunca tuve preocupación por cómo saldrían las cosas por mi edad». Del mismo modo que Antía, sí que considera importante una estabilidad laboral. «Yo tengo jornada reducida en mi trabajo», detalla Soledad, quien no sabe si tendrá más hijos: «No lo creo, pero no por la cuestión de la edad».

Familias monoparentales

Otra de las modalidades de familia que ha experimentado un crecimiento se encuentra en las denominadas «monoparentales». Lorena Rodríguez tuvo a su primera hija, Noa, con 35 años. «Siempre pensé tener hijos cuando se diesen las circunstancias y tuviese la madurez suficiente, no demasiado joven», precisa.

Aunque el suyo no fue un embarazo buscado, no se arrepiente: «Tener a alguien por quien luchar te hace ser menos egoísta». Ella escuchó «muchas opiniones» hasta concluir que «lo más importante es apoyarse en la gente de tu entorno y luchar por unos objetivos». Aprendió que «no existe el momento ideal» y que lo que prima es «trabajar duro», en cada etapa, porque solamente así se consiguen las cosas. Con todo, arremete contra la falta de ayudas públicas.

Madres en la veintena o en la treintena, antes o después, si algo tienen en común estas tres mujeres es la devoción hacia esos hijos que por sí mismas, «y sin imposiciones», un día decidieron tener.