Reiniciando

Carlota Corredera

SOCIEDAD

No estaría mal saber qué piensa Eva Sannum sobre la crisis de la Corona española...

10 feb 2014 . Actualizado a las 19:03 h.

Hoy hace 16 años que llegué a Madrid. Tenía 23 y aterricé en un día gris, como en casa. Traía una maleta pequeña que me había dejado mi madre. Se suponía que dejaba Santiago solo por un mes. Eso me habían dicho en La Voz de Galicia, en la última planta de la antigua sede en Cuatro Caminos. Ese mes se alargó de manera indefinida hasta nuestros días. Y aquí estamos, de vuelta al útero periodístico, menos inocente pero igual de ilusionada. Reiniciando.

Anoche conocí a Lolita Flores. Me tocaba entrevistarla en Abre los ojos y mira. Antes de entrar en plató pasé por el único baño que hay cerca del estudio. Cuando aún no había terminado de subirme los pantalones, la hija de Lola irrumpió en el lavabo gracias a que yo no había cerrado la puerta. Tras el ataque de risa inicial me dijo: «La tele no te hace justicia, Carlota, eres mucho más guapa en persona». Me quedé muerta. Primero porque nunca pensé que conocería a Lolita de esa guisa. Pero sobre todo porque a pesar de trabajar en televisión desde hace mucho tiempo, no acabo de calibrar los efectos de aparecer delante de las cámaras. Antes de empezar su entrevista, me dio tiempo a recordar el famoso momentazo de su madre y la peseta que cada español teníamos que poner para que Lola Flores pagase su deuda millonaria con Hacienda. Y el cabreo que se cogió mi padre cuando escuchó aquello. Por unos instantes volví a vivir en los ochenta, en mi barrio de As Travesas de Vigo. Y sonreí.

Lolita se mojó al hablar de cómo está España. No todos los artistas lo hacen. En bajito y a micro cerrado aseguran que están amedrentados por Montoro y sus inspecciones. Los paparazi que siguen a los príncipes y a los Urdangarin dicen que también viven con miedo a Hacienda. ¿Estará Valérie Trierweiler atemorizada por el fisco francés ahora que está fuera del Elíseo? Las periodistas metidas a Primeras Damas están dando mucho juego en Europa. Qué no daría yo por conocer las crónicas que doña Letizia redactaría de lo que pasa en su casa y en la de su suegro.

Tampoco estaría mal saber qué piensa Eva Sannum sobre la crisis de la Corona española. A la denostadísima exnovia noruega del príncipe Felipe la acaban de nombrar directora creativa de la agencia de publicidad más importante de su país. Interesante. Quizás no era tan choni como nos contaron.

Anoche también conocí a José Coronado. Superatractivo, destilando clase y buen rollo. Vuelve a ser un poli corrupto en la serie El Príncipe de Telecinco. Confesó que, durante el rodaje, a veces se quedaba embelesado con la mirada de Rubén Cortada, otro de los protagonistas masculinos. «De pronto, me descubría a mí mismo hipnotizado y me decía: ¿En qué estás pensado Jose? ¡Me ha hecho dudar de mi virilidad!», bromeaba. «Por favor, Carlota, por favor, trae al actor este al Deluxe», me imploraba a gritos Belén Esteban mientras emitíamos un vídeo de promoción de la serie en el Deluxe.

Creo que Miguel Ángel Silvestre está a punto de abdicar en Rubén Cortada. El Duque ya tiene sucesor. Hollywood, en cambio, lo tiene más complicado con el relevo de Philip Seymour Hoffman. Qué gran actor, qué pena de muerte.