Los Legionarios de Cristo piden perdón por la «gravísima e inmoral» conducta de Maciel

roma / efe

SOCIEDAD

07 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Los Legionarios de Cristo, reunidos en su capítulo general en Roma, expresaron ayer su reprobación de los comportamientos «gravísimos y objetivamente inmorales» de su fundador Marcial Maciel, y pidieron perdón a sus víctimas. La declaración reconoce que la congregación «corrió el peligro de desaparecer» y que «la ayuda de la Santa Sede fue imprescindible para descubrir cómo la personalidad y el modo de actuar de Maciel» les afectaba.

Los Legionarios lamentan que «muchas víctimas hayan esperado en vano una petición de perdón y de reconciliación por parte de Maciel». «Hoy queremos hacerla nosotros, expresando nuestra solidaridad con todas ellas», añaden. Y no dudan en enumerar los problemas que les ocasionó Maciel: «Queremos expresar nuestro hondo pesar por el abuso de seminaristas menores de edad, los actos inmorales con hombres y mujeres adultos, el uso arbitrario de su autoridad y de bienes, el consumo desmesurado de medicamentos adictivos y el haber presentado como propios escritos publicados por terceros».

Marcial Maciel (1920-2008) contó siempre con al confianza de Juan Pablo II, pero fue investigado por abusos sexuales a seminaristas y en el 2006, el papa Benedicto XVI le apartó de la congregación por sus «gravísimos e inmorales» comportamientos, y por la vida que llevó «sin escrúpulos y sin verdadero sentimiento religioso»; también ordenó una inspección en el 2010 y encargó al arzobispo italiano Velasio de Paolis que supervisará la congregación.

Nuevo director general

En la reunión de estos días, los Legionarios también eligieron nuevo líder: Eduardo Robles Gil, mexicano de 61 años, que será director general durante seis años. De esta forma concluye el mandato de Álvaro Corcuera, que por motivos de salud no ejercía el cargo desde octubre del 2011 y que fue sustituido en sus funciones por el padre Sylvester Heereman.

De santo a condenado

Marcial Maciel encabezó un movimiento de purificación en la Iglesia que acabó siendo todo lo contrario. En los últimos años de su vida (murió en el 2008) se descubrió que había tenido varios hijos con diferentes mujeres y que había abusado de seminaristas.