¿Quién pone los nombres a las borrascas?

P. V. REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

portadahnueva.Las olas rodean a dos jóvenes en la playa de As Catedrais
Las olas rodean a dos jóvenes en la playa de As Catedrais

«Dirk», «Okka», «Petra», «Qumaira» o «Ruth» son los apelativos con los que se conoce a los últimos fenómenos meteorológicos que azotan la comunidad. Sus partidas de bautismo son gestionadas desde la Universidad Libre de Berlín

06 feb 2014 . Actualizado a las 12:53 h.

«Dirk», «Okka», «Petra», «Qumaira», «Ruth»,... A nadie se le escapa que los nombres de las últimas borrascas que, una tras otra, han sacudido Galicia o están a punto de hacerlo parecen más de un colega erasmus que de unos fenómenos adversos que destrozan paseos marítimos y que traen vientos con velocidades que harían saltar los radares de las autopistas.

Pero, ¿quién pone esos nombres tan humanos a las ciclogénesis? Pues, en realidad, cualquier persona puede hacerlo, previo pago de unos honorarios no precisamente bajos.

Si bien los tifones (en el caso asiático) y los huracanes (en el continente americano) son bautizados de forma oficial por la Organización Meteorológica Mundial, en el caso de las borrascas que afectan a Europa es la Universidad Libre de Berlín (ULB) la que se ocupa de gestionar el bautizo de las ciclogénesis que afectan al Viejo Continente aunque, en este caso, no se trata de un nombramiento oficial.

La universidad alemana se dedica a poner nombres tanto a borrascas como a anticiclones que afectan a Europa desde 1954 para facilitar la información entre los servicios meteorológicos. Pero, desde hace exactamente 10 años, la institución tuvo la idea de abrir la decisión de la onomástica a todo el mundo. Y, de paso, sacarle un poco de rentabilidad.

Así que se sacaron de la manga la iniciativa «Apadrina un vórtice» (Adopt a Vortex), a través de la que cualquier persona puede ser el padre de una borrasca o de un anticiclón, cubriendo unos formularios y pagando previamente 199 y 299 euros, respectivamente. Los anticiclones son más caros porque también duran más tiempo.

La principal norma es que las borrascas deben tener nombre de hombre («Dirk», por ejemplo) y los anticiclones, de mujer en los años impares, algo que se invierte en los años pares (este año las borrascas se llaman «Okka», «Petra», «Qmaira», «Ruth»), siempre por orden alfabético y con seudónimos que deben corresponder a nombres aprobados por la oficina de registro alemana.

A cambio, la persona que apadrina recibe un certificado que incluye la fecha en la que el fenómeno meteorológico fue bautizado, la historia de toda la vida de la borrasca o del anticiclón y mapas del tiempo en los que sale representado el vórtice.

Y, por encima de todo eso, la posibilidad de ver a tu borrascoso o anticiclónico «ahijado» (con tu propio nombre, el de una persona querida, el de una mascota...) en los periódicos e informativos de toda Europa.

No todas las letras del alfabeto consiguen a alguien que consiga bautizar a una borrasca. Un ejemplo está en Qumaira, que en unos días se dejará caer en la comunidad gallega y cuyo padrino es la propia universidad. Pero, teniendo en cuenta que, según la experiencia de la ULB, hay entre 50 y 60 anticiclones y entre 130 y 150 borrascas cada año, se puede decir que la iniciativa produce anualmente ingentes ingresos.

De momento, solo para las borrascas del año 2014 hay ya 102 nombres apadrinados, con su correspondientes retribuciones.

Los fondos conseguidos se destinan principalmente a la financiación del Instituto de Meteorología para que los estudiantes con bajos recursos y medios limitados puedan continuar sus investigaciones y estudios sobre el clima.

Una original iniciativa con la que dotar de fondos a los estudiantes y, por otra parte, para ponerle nombre a unos fenómenos meteorológicos sobre los que es difícil no hablar.