Una supernova que fabrica polvo cósmico

Europa Press

SOCIEDAD

Supernova

Un telescopio de Observatorio Europeo Austral demuestra como estas explosiones estelares son responsables del aspecto oscuro y polvoriento de las galaxias

07 ene 2014 . Actualizado a las 17:50 h.

Observaciones realizadas con el telescopio ALMA del Observatorio Europeo Austral (ESO) han captado por primera vez los restos de una supernova reciente en presencia de grandes cantidades de polvo cósmico que ha sido formado hace poco tiempo atrás. Los expertos han explicado que, si una cantidad suficiente de este polvo lograra realizar la peligrosa transición hacia el espacio interestelar, podría explicar cómo muchas galaxias adquieren su aspecto oscuro y polvoriento.

Las galaxias pueden contener enormes cantidades de polvo y se cree que las supernovas son una de sus principales fuentes de producción, especialmente en el Universo primitivo. Pero la evidencia directa que demuestra la verdadera capacidad que tienen las supernovas de generar polvo ha sido muy escasa hasta el momento. Además, estos pocas evidencias existentes no daban respuesta a los grandes volúmenes de polvo detectados en galaxias jóvenes y distantes. Ahora, las observaciones realizadas con ALMA están cambiando este escenario.

«Se ha encontrado una masa de polvo de enormes proporciones concentrada en la parte central del material eyectado de una supernova relativamente joven y cercana», ha explicado uno de los autores del trabajo, Remy Indebetouw, quien ha añadido que «esta es la primera vez que realmente se han logrado imágenes del lugar en donde se formó el polvo, lo que es de gran importancia para comprender la evolución de las galaxias».

La supernova observada por ALMA es conocida como 1987A y está ubicada en la Gran Nube de Magallanes. Se trata una galaxia enana que orbita la Vía Láctea a unos 160.000 años luz de la Tierra. Mientras, 1987A es la explosión más cercana alguna vez captada desde la observada por Johannes Kepler dentro de la Vía Láctea en 1604.

Los astrónomos predijeron que, a medida que el gas se enfriara después de la explosión, se formarían grandes cantidades de polvo una vez que los átomos de oxígeno, carbono y silicio se combinaran en las frías regiones centrales del remanente. No obstante, las primeras observaciones de la supernova 1987A con telescopios infrarrojos, realizadas durante los primeros 500 días posteriores a la explosión, sólo detectaron una pequeña cantidad de polvo caliente.

Con la resolución y sensibilidad de ALMA, el equipo de investigación fue capaz de fotografiar el polvo frío, el que se encuentra en mayores proporciones y brilla intensamente en luz milimétrica y submilimétrica. Los astrónomos estiman que el remanente ahora contiene alrededor del 25 por ciento de la masa del Sol en polvo recién formado. Además, descubrieron que se habían generado importantes cantidades de monóxido de carbono y monóxido de silicio.

«La supernova 1987A es un lugar especial, ya que no se ha mezclado con su entorno. Es por ello que lo que se observa allí se generó allí», ha comentado Indebetouw. «Los nuevos resultados producidos por ALMA, los primeros de su clase, revelan un bloque conformado por el remanente de la supernova colmado de material que simplemente no existía hace unas décadas», ha apuntado.

Sin embargo, las supernovas no solo pueden crear sino también destruir las partículas de polvo. Cuando la onda expansiva de la explosión inicial se propagó hacia el espacio, produjo anillos brillantes de material, como se pudo apreciar en observaciones anteriores realizadas con el Telescopio Espacial Hubble de NASA/ ESA. Después de colisionar con esta capa de gas, expulsada por la estrella progenitora, una gigante roja, al acercarse al final de su vida, una parte de esta poderosa explosión cambió de dirección, devolviéndose hacia el centro del remanente.

«En algún momento, esta onda de choque que viene de regreso colisionará con estos abultados cúmulos de polvo recién formado», ha indicado Indebetouw, para añadir que, «es probable que en ese punto alguna fracción del polvo sea desintegrado». «Es difícil predecir exactamente cuánto, tal vez sólo un poco, posiblemente la mitad o dos tercios», ha señalado. En este sentido, ha apuntado que si una buena parte subsiste y logra alcanzar el espacio interestelar, podría explicar la abundante cantidad de polvo que los astrónomos detectan en el Universo primitivo.

«Las primeras galaxias contienen enormes cantidades de polvo y este posee un rol fundamental en la evolución de las mismas», ha declarado otro de los investigadores, Mikako Matsuura. «Hoy sabemos que el polvo se puede generar de varias maneras, pero en los inicios del Universo la mayor parte debe haber provenido de las supernovas. Por fin tenemos una evidencia clara que avala esa teoría», ha concluido.