El papa denuncia la «tiranía» del sistema económico actual

andrés losada REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

El papa Francisco saluda a un grupo de sacerdotes el pasado domingo, durante la misa de clausura del Año de la Fe.
El papa Francisco saluda a un grupo de sacerdotes el pasado domingo, durante la misa de clausura del Año de la Fe. MAURIZIO BRAMBATTI < / span>efe< / span>

Aboga por descentralizar la Iglesia, en su primera exhortación apostólica

27 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Descentralización de la Iglesia, reivindicación del papel de la mujer, mantenimiento de la postura sobre el aborto -aunque con comprensión hacia los casos de violación- y tirones de orejas al poder político y económico. Esas son las claves de la primera exhortación apostólica del papa Francisco, titulada Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio) y que constituye una síntesis de su programa de gobierno, ocho meses después de su elección para ocupar la silla de Pedro. El texto, que Francisco entregó a 36 fieles el pasado domingo durante la misa de clausura del Año de la Fe, es el primer documento oficial de su pontificado, ya que la encíclica Lumen Fidei fue escrita en colaboración con su predecesor, el papa Benedicto XVI.

Los párrafos más duros de su discurso los dedica Bergoglio a denunciar el sistema económico actual: «Es injusto en su raíz», afirma. «Vivimos en una nueva tiranía invisible, a veces virtual», detalla, de un «mercado divinizado» donde imperan la «especulación financiera, una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta». Por ello advierte tajante: «Así como el mandamiento de ?no matar? pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir ?no a una economía de la exclusión y la inequidad?. Esa economía mata».

Tampoco deja flores para los políticos, a quienes pide que acudan a Dios para que inspire sus planes y haya «trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos». Tres cuestiones que, especialmente en España, están en serio riesgo por la crisis económica y los recortes.

Como ha repetido con insistencia desde el inicio de su pontificado, Francisco se deshace en elogios hacia el universo femenino, aunque poniendo acento en sus diferencias respecto al hombre. «La Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones -indica-. Pero todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia».

Precisamente, sobre una de las cuestiones que más afectan a la mujer, declara que «no debe esperarse que la Iglesia cambie su postura» sobre el aborto, pues «no es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana». Sin embargo, matiza que «también es verdad que hemos hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias». Y hace referencia, particularmente, a «cuando la vida que crece en ellas ha surgido como producto de una violación o en un contexto de extrema pobreza». «¿Quién puede dejar de comprender esas situaciones de tanto dolor?», se pregunta.

El papa acaba con el mito de su infalibilidad, incluso en el propio seno de su religión: «No creo que deba esperarse del magisterio papal una palabra definitiva o completa sobre todas las cuestiones que afectan a la Iglesia y al mundo -señala-. No es conveniente que el papa reemplace a los episcopados locales. En este sentido, percibo la necesidad de avanzar en una saludable 'descentralización'». Francisco habla incluso de una «conversión del papado». Y cuando aun no se ha cumplido un año de la renuncia de Benedicto XVI, nadie duda de que esa conversión ya es real.