Salvador Ramos Rey: «El cáncer, una vez curado, deja daños colaterales que hay que superar»

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

12 nov 2013 . Actualizado a las 22:20 h.

Hablar de cáncer no es sinónimo de muerte. Cuando se padece la enfermedad, que tiene más de 250 variantes, y se supera, hay que enfundarse en el traje de superviviente y luchar para saber vivir y ganar calidad de vida. Así lo explica el doctor Salvador Ramos Rey, responsable del programa de cuidados integrales para pacientes oncológicos que desde hace años viene desarrollándose en el SPA Loida, en A Coruña, del que es también director médico. El mismo cargo ocupa en el Balneario de Guitiriz.

-Cuando a una persona le detectan un cáncer y va a su consulta de medicina complementaria, ¿qué le pregunta?

-Busca ayuda y respuestas. Lo primero que se plantea es por qué a mí, qué he hecho mal, qué puedo hacer para mejorar o tener mejor resultado en todo este proceso. Otra razón por la que los pacientes vienen a esta consulta radica en que la medicina de los centros hospitalarios es cada vez mas impersonal. Se ha avanzado en medios diagnósticos y en medios terapéuticos, pero se ha perdido contacto humano. Cuando aparece un diagnóstico de cáncer tienes muchas preguntas que hacer y hay muy poco tiempo para hacerlas. Esta situación produce inseguridad, miedos. Es entonces cuando el enfermo busca una persona que haya pasado ya por esa experiencia. A partir de ahí, se le abren más caminos.

-¿Cuál es el primer paso del médico ante el enfermo?

-Ver sus necesidades, que giran alrededor de tres líneas fundamentales: alimentación, ejercicio y mejorar su capacidad funcional. La educación nutricional es fundamental. Hemos abandonado una alimentación de pautas naturales. Consumimos más calorías y más grasas de las que necesitamos, y muy pocos alimentos de origen vegetal. Esto no está relacionado tan solo con el riesgo de tener cáncer, sino con el hecho de que si lo tienes, evolucionará peor. Dicho de manera positiva: si cambias tu alimentación, darás más posibilidades al tratamiento que te estás poniendo para que sea más efectivo.

-¿Qué se debe de comer?

-Es necesario adaptar el consumo de calorías al peso, tamaño y actividad. Habría que tomar de tres a cinco raciones de fruta, verduras y hortalizas el día, disminuir el porcentaje de grasa, intentar consumir harinas integrales e ir al consumo de productos del mercado de proximidad . Tendrán menos conservantes y una maduración normal.

-Porque el cuerpo es química.

-Sí. El cuerpo es química fundamentalmente. Uno de los factores de riesgo que se están posicionando es la cantidad de sustancias químicas a las que estamos expuestos.

-¿Cuánto ejercicio se debe de hacer?

-Andar de 30 a 35 minutos diarios. Pero esta es una recomendación para una persona sana con el objetivo de disminuir riesgos o para prevenir enfermedades más predominantes, como las cardiovasculares o los trastornos neurodegenerativos. El ejercicio aumenta el sistema inmune, permite que te relaciones más, quemas grasas, eliminas toxinas.... Todas las enfermedades relacionadas con las sociedades desarrolladas están vinculadas a un estilo de vida sedentario. Una persona enferma tendría que hacer un poquito más ejercicio, más intenso. Caminar, nadar.

-Estamos hablando de una persona enferma.

-Sí, Pero ha cambiado el concepto enfermo. Hoy no se habla de un paciente oncológico, si no de una persona afectada por cáncer. Los americanos, que no le tienen ningún miedo al lenguaje, hablan de superviviente de cáncer. Y en este concepto se engloba a cualquier persona desde que se le diagnostica hasta que se muere, lo que puede ocurrir 40 años después y de cáncer o por un infarto. En ese largo recorrido las necesidades asistenciales son muy diferentes. Aunque el cáncer se haya curado ha dejado su impacto. Es como los militares y los efectos colaterales. Una persona pasa por una enfermedad muy dura, con tratamientos muy duros y muy difíciles. Pero, cuando se cura, ve que sufre esos efectos colaterales (fatiga, pérdida de capacidad intelectual...) que impiden que se reinserte totalmente. Hay que evitar que eso ocurra para que el paciente vuelva a ser una persona sana.

-La palabra cáncer esconde mucho miedo.

Claro. Todavía está rodeada de una serie de estigmas. Detrás de la palabra hay más de 250 enfermedades totalmente diferentes. No es lo mismo un cáncer de ovario, que de pulmon, de laringe o de mama. Además cada persona le pone el apellido a la enfermedad, que será más o menos grave. Pero si tienen algo en común es un impacto psicológico negativo. Se asocia a muerte; a la muerte precoz; al dolor, a tratamientos que deterioran tu imagen. El impacto es duro y la sociedad vive de espaldas a esta socieda. Pedes presumir de haber tenido tres infartos, haber estado en la uvi más muerto que vivo, de haber tenido un accidente de tráfico gravísimo pero nadie va diciendo tengo un cáncer. La palabra cáncer la utilizamos como la metáfora de todo lo malo.

-¿Y no hay que verlo así?

-Creo que no. El cáncer es una enfermedad, pero no es una lacra. Es dura, pero es una enfermedad de la vida, del envejecimiento. La sociedad no puede vivir a sus espaldas. Comparto que el enfermo del cáncer tiene tres enfermedades : la biológica, la psicológica y la social. Fundamentalmente estamos tratando la primera, la biológica. Pero las otras dos son fundamentales. Si vas a la Seguridad Social porque te rompes una pierna, te dan (o daban) una muleta. Pero tienes cáncer y no te pagan la peluca. Son matices.

-¿Cómo se debe afrontar un cáncer psicológicamente?

-Se debe buscar la mayor red de apoyo posible. El equipo sanitario es fundamental pero también el entorno familiar. No hay que desesperarse. El enfermo debe analizar qué puede hacer para potenciar su capacidad de curación. Creo que es fundamental una participación activo. Sé que decirlo está muy bien. Pero hay personas que no quieren ser activas, y no es obligatorio, claro. Hoy estamos introduciendo técnicas de couche. Hay que entrenar a los enfermos para que sepan hacer frente a la enfermedad.