Cela: el veneno de su herencia

SOCIEDAD

Un miró fue todo lo que heredó de su padre el hijo de Camilo José Cela. El dinero y las propiedades se las quedó su viuda, Marina Castaño. Una herencia envenenada que ha llegado al supremo

01 sep 2013 . Actualizado a las 17:23 h.

Cuando el 17 de enero del 2002 falleció en Madrid Camilo José Cela Trulock (Iria Flavia-Padrón, 1916) se empezó a escribir una historia, la de su herencia, que más que para una novela daría para un culebrón. El único hijo del premio nobel de literatura de 1989, Camilo José Cela Conde, se llevó la sorpresa de verse desheredado en la práctica. Solo obtuvo un Miró conocido como El cuadro rasgado que vendió por 120.000 euros. La viuda, Marina Castaño, se quedó con el cuantioso patrimonio del escritor y con la presidencia de su fundación de Iria Flavia, considerada como la más rica entre las de autor que hay en España.

Pero el hijo de Cela no aceptó aquella situación y reclamó en los tribunales lo que su padre no quiso darle. Y ganó. Primero el juzgado número 40 de Madrid y después la Audiencia Provincial de la capital española le dieron la razón, reconociendo su derecho a disponer de la parte legítima de la herencia. Es decir, dos tercios del valor de lo que Camilo José Cela poseía en vida, incluidos los rendimientos de la propiedad intelectual generados tras la muerte del escritor y gran parte de las donaciones que entregó en vida a su fundación de Iria.

Cuando se dictó la sentencia, la entidad con sede en las Casas dos Coengos ya había pasado de privada a pública y su titular era ahora la Xunta, por lo que también la Administración debía pagar al hijo de Cela 1,2 millones de euros como indemnización. En el caso de Castaño esa cantidad superaba los 3,9 millones. En total, casi 5,2 millones de euros. Tanto el Gobierno gallego como la viuda recurrieron ante el Tribunal Supremo, sin que por el momento se tengan más noticias de ese recurso de casación.

Aún hoy, además de seguir gestionando el millonario patrimonio que Cela dejó al morir y de presumir de título de marquesa viuda de Iria Flavia, Marina Castaño sigue siendo presidenta de honor de la fundación del que durante doce años fue su marido.

La herencia, sin embargo, ha resultado estar envenenada. Tras el varapalo judicial que le condenó a pagar a Cela Conde su parte de la herencia, la que se conoce como la legítima, Castaño se enfrenta ahora a una investigación por parte de la Fiscalía de Santiago por los presuntos delitos de estafa, malversación de caudales públicos, apropiación indebida y fraude fiscal. La investigación incluyó un registro de la Fundación Cela a cargo de la Guardia Civil y la Unidad de Delitos Económicos y Fiscales (UDEF) de la Policía Nacional en el que se intervino abundante documentación sobre las cuentas de la entidad, así como numerosos correos electrónicos. Junto a la viuda de Cela, la fiscalía pidió la imputación por los mismos delitos del que fue durante muchos años gerente de la fundación, Tomás Cavanna.

Esa investigación a las presuntas irregularidades de la gestión económica de la Fundación Cela por parte de Marina Castaño y Tomás Cavanna habría sido imposible sin Lola Ramos, una escritora y vecina de Iria que desde el 2004 ha recabado cuantiosa documentación sobre los manejos de Castaño en la fundación que ahora se investigan.

La maraña que rodea la herencia de Cela se completa con otra denuncia por parte de Lola Ramos que fue ratificada este mismo mes contra el hijo del escritor, Camilo José Cela Conde, por omisión de denuncia con engaño, ocultación y omisión del deber de perseguir delitos y obstrucción a la justicia. Ramos le acusa de haber roto el pacto de honor que suscribieron en Madrid en el 2004 por el cual Cela Conde tendría que haber sumado a su denuncia por la herencia las averiguaciones de Ramos respecto a las presuntas irregularidades en la gestión de la fundación, algo que finalmente no hizo pese a haberlo prometido.