Romería en fila india en el arcén

SOCIEDAD

En la zona VIP o con bocata de tortilla, el alto da Groba fue una gran fiesta

26 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

A los caballos que pastan salvajes en el alto da Groba, en Baiona, ese gigantesco circo portátil que es La Vuelta les fastidió el domingo, pero ya perdonarán. Poco antes de las seis de la tarde, las cámaras de los helicópteros enviaban al mundo la Ría de Vigo en alta definición desde un enclave situado 662 metros por encima de la réplica de la carabela Pinta; el paraíso.

Desde bien temprano arrancó, monte arriba, una peregrinación de familias, ciclistas de mayor o menor pelaje, senderistas y afición en general que por nada querían perderse un acontecimiento semejante.

Quedaban todavía horas para ver al pelotón y la gente hacía de la subida a A Groba una romería en fila india que moría junto a la línea de meta. La tortilla de la tapería Chan da Lagoa competía dignamente con el cátering que servía en la zona VIP un pequeño ejército de camareros con mandil, entregados al volován de morcilla y los mejillones en salsa servidos sobre césped artificial; la zona VIP es un poco como los vagones de primera, que son la envidia de los que van facturados en segunda, pero que forman parte de una puesta en escena muy trabajada.

Los bares portátiles -aquí, todo es de quita y pon- de la Vuelta llevan nombres como Lagos de Covadonga, La Bola del Mundo o Alto de L?Angliru. Y todos tienen su terraza. No muchos podrán presumir de que ayer vieron ganar la etapa a Nicolas Roche desde la mismísima terraza de L?Angliru de Baiona. La llegada de Pedro Delgado a la zona caliente fue muy celebrada. El veterano campeón de Segovia tiene un tirón incuestionable, hasta el punto de que hubo quien pintó en una mediana de hormigón de la carretera: «Perico forever».

En A Groba había que entretener la espera mientras el pelotón, con tres escapados, pedaleaba en una pantalla gigante animado por el comentarista oficial y por el televisivo Terio Carrera. No quedó una sola persona que se fuera a su casa sin llevarse alguno de los muchísimos artículos de merchandising de las empresas patrocinadoras, desde sombreros más o menos fuleros a abanicos y, sobre todo, aplaudidores hinchables. Justo bajo el arco de llegada apareció Óscar Pereiro, que le contó a Terio Carrera que, desde lo de Álvaro Pino, «Galicia está volcada con el ciclismo». Mientras el biker Ferrán Granollers hacía imposibles sobre una rueda la culebra de colorines comenzaba el ascenso final a A Groba.