Francia expresa su inquietud acerca del «wingsuit», un deporte de «grandes vuelos»

EFE

SOCIEDAD

En el país galo ya han muerto cinco personas mientras practicaban este deporte. A ellos se suma el reciente fallecimiento de Álvaro Bultó y el doble de Bond en los JJOO

24 ago 2013 . Actualizado a las 19:58 h.

El último deporte de riesgo que se ha puesto de moda es el «wingsuit». Se trata del planeo de una persona sobre un perfil geográfico a unos 160 kilómetros por hora gracias a un traje especial por sus membranas, a modo de alas, que les da la apariencia de murciélagos. Los habituales de este deporte practican lo que se conoce como «salto base», dejarse caer desde una cumbre o un acantilado enfundado en estos traje que suelen rondar desde los 500 euros hasta los 1.500 euros en el modelo para expertos.

La belleza de este salto que dura alrededor de dos minutos a grandes velocidades es que permite planear muy cerca del contorno de las montañas durante varios kilómetros, antes de aterrizar con un paracaídas. Y esta característica que lo diferencia del resto de deportes es, al mismo tiempo, el que aumenta su peligrosidad y ha sembrado inquietud en Francia tras la muerte de cinco hombres-pájaro este verano, tres de ellos en los últimos días. En total un alemán, un polaco, un británico y dos franceses han perdido la vida en el país vecino.

A estas muertes se suma la del paracaidista Mark Sutton, conocido por hacer de doble de James Bond, en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Sutton se estrelló el pasado 14 de agosto contra una colina rocosa de los Alpes suizos, tras saltar de un helicóptero a 3.000 metros de altura, lo que ha empezado a generar grandes dudas acerca de este deporte hasta ahora desconocido.

Otro organismo que ha mostrado su preocupación por el «wingsuit» ha sido la Federación Francesa de Paracaidismo y que no recoge esta nueva práctica entre sus disciplinas. Para Jean-Michel Poulet, «es muy espectacular, produce imágenes muy bonitas, pero es muy peligroso» ya que «planean muy cerca del suelo y de los árboles, como pájaros».

El origen de este deporte data de 1930, pero la práctica moderna de este deporte la inventó a mitad de los años noventa del pasado siglo el francés Patrick de Gayardon, fallecido en Hawai en 1998 probando una nueva versión de su traje.

A lo largo del tiempo ha ido ganando seguidores, en Francia se calcula que hay unas 300 personas aficionadas, que se mueven alrededor de Suiza, Noruega, China, España o Estados Unidos buscando los mejores saltos.

El director técnico de la Federación de Paracaidismo afirma que el número de gente interesada en este deporte aumentó considerablemente hace unos años, pero que ahora ya se ha estabilizado y se lamenta de que haya ««gente que no pasa por el paracaidismo, se compra un traje y se inicia con el «wingsuit», lo que provoca muchos accidentes». Pese a esta afirmación, el «wingsuit» solo es apto para aquellas personas que puedan demostrar una sólida experiencia como paracaidistas, con la menos 500 saltos de caída libre convencional o 200 saltos en los últimos 18 meses.

Thomas Malahel, instructor de caída libre en Los Alpes que cuenta con 10.600 saltos en su currículum, aunque «solo» 200 desde montañas o acantilados, relaciona el atractivo del «wingsuit» con deportes como el alpinismo, con el añadido de que se suma la belleza del salto «pero pasar a diez metros del suelo es una idiotez», considera que hay demasiadas opciones de que algo falle a tanta velocidad y tan cerca del relieve de la montaña.

Parte del atractivo de este deporte pasa por volar con una pequeña cámara adherida al cuerpo, grabar el salto y colgarlo después en internet, en plataformas de vídeo como Dailymotion o Youtube.