Walter Riso: «El 50% de las parejas son infieles»

SOCIEDAD

BENITO ORDOÑEZ

Walter Riso se lo sabe todo del amor. Ha vendido más de dos millones de libros de autoayuda y por su consulta ha visto pasar a miles de parejas devoradas por la pasión. Por eso, dice él, en verano hay que estar alerta: se liga más

18 ago 2013 . Actualizado a las 15:04 h.

Walter Riso (Nápoles, 1951) se lo sabe todo del amor, ha vendido más de dos millones de libros de autoayuda y tiene más de 30.000 horas de experiencia como psicólogo clínico, pero sobre todo le caracteriza un sentido del humor apabullante para hacernos entender que sufrir por amor es tan absurdo como jurar fidelidad para toda la vida. Él lo expresa con ese acento porteño que envuelve inmediatamente de verdad cualquier rendija de inquietud. Walter es un psicólogo argentino mostrando el buen camino.

-¿Es cierto que el verano nos activa hacia el amor?

-El calor influye en que la gente sea más extrovertida, en las culturas en las que todo el año es verano en general son más abiertos al sexo, van más ligeros de ropa y sí se despiertan las feromonas, pero lo importante en verano no es tanto el clima como el concepto vacaciones, el destape emocional.

-¿Nos desbocamos?

-Claro. Salimos del trabajo como si saliéramos de la cárcel y entonces somos más propensos a explorar, los encuentros románticos se incrementan y hay más probabilidades de tener sexo. Pero, vamos, los noruegos también se enamoran, uno se puede enamorar en el invierno más duro, y en mi opinión, lo ideal para hacer el amor es el frío y no el calor, con ese sudor, oler al otro... [risas] En verano lo que hay es más ligoteo.

-Y más oportunidades de que los matrimonios se echen los trastos a la cabeza...

-El verano te hace replantearte muchas cosas porque hay más tiempo, y si el placer cuando estamos juntos no es compartido, surgen las incompatibilidades que no se producen cuando estamos en la rutina del invierno, en que apenas te miras. Pero las buenas parejas se unen más.

-Defina «buena pareja».

-Aquellas en las que hay eros (deseo), filia (amistad) y ágape (compasión), esta última es muy importante, la ternura, la protección del otro, que el dolor del otro te duela, el respeto a los derechos de tu pareja... Porque el eros siempre cae.

-Cae con la misma persona, pero vuelve con otra... [risas]

-Claro, claro. Si tenéis mala suerte, el virus del enamoramiento te dura hasta 30 meses. Que suele ser el tope, la media suele ser 18 meses, y a partir de ahí estás liberado [risas]. El enamoramiento se transforma luego en amor, pero uno cuando está en pareja establece el pacto como quiere.

-Quiere decir que eso de jurar amor para toda la vida es un riesgo inasumible...

-Eso ha hecho muhco daño. ¡Cómo voy a jurar yo que te querré siempre y si luego te conviertes en un tipo terrorífico, eres un maltratador o te haces del Opus Dei! [risas]

-¿Los hombres y las mujeres cumplimos el tópico de ser distintos también en el amor?

-Sí, las mujeres suelen pasar del afecto al sexo, y los hombres, del sexo al afecto. Por eso el hombre puede dejar de querer a su ex, pero seguir deseándola. El hombre es un pene con patas, así que después del duelo de la separación, cuando la exmujer vuelve al gimnasio, se corta el pelo, se pone linda, el tipo la mira y dice: ¡Anda, pero si mi ex está buena! [risas]

-Y nosotras, cuando rompemos, ya no hay vuelta atrás

-Suele ser así. Porque cuando una mujer deja de querer a su pareja, lo deja de desear. Las mujeres también suelen poner más condiciones para ser infiel (si el tipo vale la pena, si es inteligente, si tiene humor...), en definitiva, si merece la pena.

-¿Y hay una edad en la que la gente sea más proclive a poner los cuernos?

-Hay eso que se llama el síndrome del nido vacío, cuando las mujeres han criado ya a sus hijos, y piensan ¿cómo será estar con otro? (porque solo han estado a lo mejor con su marido) o ¿cómo será volver a sentirse deseada? Y ellos pueden sufrir el síndrome del diablo de medianoche, de repente a los 50 creen que tienen 35, se cambian el peinado, se arreglan, van al gimnasio [risas]

-¿Quiénes perdonan mejor?

-Las mujeres. Pero, ojo, una aventura, porque una relación de años de amantes eso es difícil de perdonar.

-Así que solo queda cargarse a la amante, como Woody Allen en «Delitos y faltas» y «Match Point»...

-[Risas]. ¡Es que tener una amante es terrible! ¡Y ya no digamos casarte con ella! Es como echarle sal al postre. Porque esa relación solo funciona en el microclima que los amantes crean. Pero tener una doble vida es muy latoso, no lo digo en plan mojigato, sino porque creo que se debe actuar con honestidad. ¡Uno no puede firmar un pacto exclusivo y luego abrir una sucursal! Eso es una tortura china, por eso no hay relación de amantes más allá de los dos años, porque se cansan.

-¿Segundas partes fueron buenas?

-Por supuesto. Si se hace conscientemente mejor que las primeras, porque sabes lo que no quieres. Yo lo que creo que es terrible es el engaño sistemático.

-¿El que es infiel una vez repite?

-Tiene mas probabilidades de serlo

-Pero usted dice que somos infieles por naturaleza...

-...Y monógamos por vocación. La infidelidad es un instinto que tenemos que combatir; se calcula que el 50% de las parejas del mundo son infieles. Estar casado no es tener mal gusto, obviamente. Pero uno piensa: stop. Lo que tengo en casa vale la pena. Si lo que tengo es un desastre, entonces estaremos más vulnerables.

-Para acabar haga entonces una recomendación esperanzadora.

-Un amor bueno tiene que quitarse la obsesión, debe amarse sin miedo a la pérdida, siendo libre y sin renunciar a la propia identidad. ¡Pero sobre todo no debemos darle tanta importancia! Pongamos el amor en su lugar justo.