La sirena Maruxaina, la quieren o la odian

m. cuadrado / y. garcía

SOCIEDAD

Una pandilla de maruxainas, durante la comida de hermandad celebrada en San Cibrao.
Una pandilla de maruxainas, durante la comida de hermandad celebrada en San Cibrao. xaime ramallal< / span>

El espectáculo del desembarco llegó tras un día de comidas y olimpiadas

11 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Un día al año, San Cibrao vive en la playa. Sus habitantes, los maruxainos, comen, juegan y juzgan a su sirena particular en el arenal de O Torno, antiguamente conocida como playa de la Concha, donde ayer por la noche, como cada año, fue juzgada la ninfa A Maruxaina, adorada por quienes consideran que alerta de los temporales y odiada por los que la acusan de engañar a los barcos para que naufrague contra las rocas.

En un día como el de ayer pocos salen de casa o visitan la villa sin la indumentaria oficial del maruxaino o maruxaina. Lucen pantalón de loneta azul y cordón los más jóvenes, pero también los adultos. Ellas, con vestimenta tradicional, falda y pañuelo, pero sin renunciar a los complementos más chic. Familias enteras son parte de la fiesta que ya comenzó el viernes con el nombramiento de maruxaino de honor, música en las calles y degustación gastronómica. Pero fue ayer cuando la localidad se entregó por completo. Derroche de imaginación para fabricar y adornar los carros para transportar la comida (ganó un carro-embarcación) y también, aunque tímida, tuvo buena acogida la invitación de la organización a decorar las viviendas del corazón del pueblo para ambientar la celebración.

Sabrosas tortillas, empanadas, percebes... todo distribuido entre las familias y los grupos de amigos repartidos por la playa. Improvisados banquetes entre los más jóvenes, que extendieron el mantel directamente sobre la arena. Los adultos, que aprovecharon la sobremesa para disfrutar de los juegos de mesa, montaron sus particulares campamentos junto al mar. Eso sí, cubiertos con toldos claros para no dañar la bella imagen de la playa, ayer iluminada por el sol.

Quien recobró fuerzas a la comida pudo participar en las competiciones maruxainas. Las cucañas, el tiro de la cuerda, las carreras de sacos... son elevadas a la condición de juego olímpico en esta localidad conocida como la Península de la Paz. Hay que demostrar habilidad, rapidez... difícil sobre la arena después de tantas horas de fiesta. Pero hay que pelear la batalla contra el cansancio porque todavía quedan muchas horas de juerga. En la playa y sus alrededores continuaban ayer cientos de personas, muchas con faroles, para recibir a la sirena Maruxaina, que iba a ser juzgada en el centro del pueblo... ¿Saldría nuevamente absuelta?