Caión patenta las «carrilanchas»

SOCIEDAD

ANA GARCIA

El puerto se llenó de objetos navegadores no identificados

11 ago 2013 . Actualizado a las 12:48 h.

Es una idea para los de la Peña Royal, que ayer celebraron en el puerto de Caión la segunda edición de su certamen de carrilanas acuáticas, unos artefactos que, visto lo visto, estarían mejor bautizados como carrilanchas. Con nada que muevan el asunto, los de Caión pueden hacerle sombra náutica a las carrilanas de Esteiro.

El concurso se llama Atrapa a balea y la mecánica es la siguiente: En algún punto del puerto se coloca, flotando, una figura en forma de ballena. Los participantes tienen que completar un recorrido en una embarcación artesana, sin más motor que la fuerza bruta, y llegar a la efigie del mamífero marino, coger una cinta azul que tiene en el espiráculo y alcanzar la meta.

Los concursantes se lo curraron. No debió de quedar en todo Caión un solo garaje que no se transformara en astillero. Y cualquier cosa que flote vale: palés, bidones de metal, bidones de plástico, tuberías... A las cinco y media aparecía en el puerto un troncomóvil que, a diferencia del utilitario de los Picapiedra, fue diseñado para navegar. Y vaya si navegaba, con Vilma y todo saludando al público cual princesa Letizia.

Soplaba Nordés ayer por la tarde en Caión, y eso hacía todavía más difícil completar la prueba con semejantes embarcaciones. Que se lo pregunten a los socorristas que, para alcanzar la Zódiac desde una lancha de remos, casi acaban en punta Langosteira.

La botadura fue lo más esperado. Apareció uno montado en un barco de papel a tamaño humano. Juraba que flotaría pero, una vez en el agua, lo único que asomaba por encima del mar era la cabeza del marinero. Disco Jovi pinchaba a toda castaña: «Hace calor, cuando sale el sol, y todas se meneaaan...». Tenía su interés ver la transformación de dos piraguas en un salón con sus butacas, su sofá, su mesita e incluso su televisor. La salita náutica.

No arrancó mal la potera gigante de solorobalizas.com. Y consiguió zarpar una embarcación hecha con cuatro barcas hinchables y un candelabro de tres velas cuya tripulación remaba con palas de las de jugar en la playa. «¡Tanto traballo e esfurricóuselles todo!», se lamentaba una mujer del público al ver cómo naufragaba una balsa de palés. Sus marineros no se rindieron y acabaron empujando con los pies. Después de luchar contra los elementos, en la categoría infantil ganó Álex Peniza, de trece años, que remó solo en el Cumatín, una de las embarcaciones mejor diseñadas. Y en mayores, Adrián y Julián, montados sobre un par de neumáticos. El mar de Caión se llenó de objetos navegadores no identificados.