DOS PREGUNTAS PARA EL NUEVO PAPA
Una vez elegido, el nuevo papa responde a dos preguntas. «¿Acepta su elección canónica como Soberano Pontífice?» y «¿Con que qué nombre quiere ser llamado?». Si responde positivamente a la primera pregunta, el elegido se convierte en papa y arzobispo de Roma. Luego pasa a una habitación anexa, llamada «Sala de las lágrimas» porque muchos pontífices lloraron en ella al tomar conciencia de la importancia del cargo. El nuevo papa se pone entonces una de las tres sotanas blancas (de tallas distintas) preparadas por el sastre oficial del Vaticano.
El «protodiácono» (el cardenal más veterano, actualmente el francés Jean-Louis Tauran) anuncia entonces la noticia desde el balcón de la Basílica de San Pedro, con la fórmula en latín Habemus Papam («tenemos papa»), revela el nombre del nuevo pontífice e imparte la bendición Urbi et orbi («a la ciudad y al mundo»).