La renuncia de un papa según el Derecho Canónico

DPA

SOCIEDAD

No es necesario que el líder de la Iglesia católica especifique los motivos y tampoco hace falta que alguien acepte esa renuncia, solo que ésta sea voluntaria. Así sucede en el caso de Benedicto XVI

27 feb 2013 . Actualizado a las 15:00 h.

Un papa se elige con carácter vitalicio, pero según el Derecho Canónico, es posible la renuncia al pontificado. Para ello no es necesario que el líder de la Iglesia católica especifique los motivos y tampoco hace falta que alguien acepte esa renuncia. La condición esencial es que la sea voluntaria.

El Derecho Canónico reformado por Juan Pablo II (Can. 332 § 2) dice: «En el caso de que el papa renuncie a su cargo, para su validez se exigirá que la renuncia sea libre, que se difunda ampliamente, pero no que sea aceptada por alguien». Sin embargo, en 2000 años de historia eclesiástica, antes de la de Benedicto XVI sólo se había producido otra renuncia libremente. Fue el caso de Celestino V, que en 1294, tras sólo cinco meses, dejó su pontificado.

Los historiadores hablan de que estaba superado por sus tareas y de que apenas sabía latín. Los cardenales lo habían elegido papa porque no habían podido ponerse de acuerdo en otro candidato, tras casi dos años de disputas. Tras su renuncia, Celestino V se retiró a un monasterio. Otros historiadores afirman que su sucesor Bonifacio VIII forzó a Celestino a renunciar y lo envió a un «encierro monacal».

Los expertos eclesiásticos están de acuerdo en que en el caso de una renuncia papal, el pontífice debe también retirarse de forma total e inmediata de todos los cargos y responsabilidades y de la vida pública eclesiástica pues sólo así podría garantizarse que no influya en la elección de su sucesor. El papa Juan Pablo II reconoció en una ocasión que no podría imaginarse un «papa jubilado». Generalmente se considera condición indispensable para un sacerdote católico que sea físicamente capaz de oficiar una misa.