El papa: «Dios me pide que me dedique a orar y a meditar»

íñigo domínguez ROMA / COLPISA

SOCIEDAD

Benedicto XVI saluda durante el «Ángelus» a los cien mil fieles de la plaza de San Pedro.
Benedicto XVI saluda durante el «Ángelus» a los cien mil fieles de la plaza de San Pedro. reuters< / span>

El cardenal de Sídney exige al Vaticano que revele el dosier secreto

25 feb 2013 . Actualizado a las 06:00 h.

Benedicto XVI entra en la última semana de su pontificado, que abandonará el jueves a las ocho de la tarde, y empieza a despedirse. Ayer fue la última vez que se asomó a la ventana de su estudio, como cada domingo, para rezar el Ángelus con los fieles en la plaza de San Pedro. Acudieron unas cien mil personas, según el Vaticano, lejos de las doscientas mil previstas.

La peculiar situación originada por la renuncia del papa no deja de crear desconcierto, en este caso entre las autoridades eclesiásticas, que aún funcionan con los esquemas de la muerte de un pontífice y esperan desde hace dos semanas la invasión de una muchedumbre que aún no ha llegado. Pero es normal, porque este adiós es largo y no a todo el mundo se le ocurre organizar un viaje a Roma solo para asistir a un Ángelus de 15 minutos, como el de ayer. El miércoles, en la última audiencia general, se supone que sí habrá una despedida masiva.

Ayer se vio animación en San Pedro, con más pancartas y banderas que otros domingos, y se oyeron vivas y consignas. También a Benedicto XVI se le notaba con más energía tras una semana de ejercicios espirituales. En su breve discurso habló de la importancia de la oración. «En este momento de mi vida -dijo- siento que la palabra de Dios está dirigida a mí y que el Señor me llama a subir al monte, me pide que me dedique a orar y a meditar», explicó en referencia a su renuncia. No obstante, quiso aclarar: «Pero esto no significa abandonar la Iglesia; es más, si Dios me solicita esto es precisamente para que yo pueda seguir sirviéndola con la misma dedicación y el mismo amor con que lo he hecho hasta ahora, pero de un modo más acorde a mi edad y a mis fuerzas».

El papa emprende la recta final de su mandato con sus últimas citas. Uno de esos encuentros, quizá hoy, será con los tres cardenales detectives a los que encargó un informe secreto sobre el caso Vatileaks. Es el dosier que le fue entregado el 17 de diciembre y cuyo contenido, «demoledor» según la prensa italiana, habría pesado en su renuncia. El cardenal Tarcisio Bertone atribuyó a dicha prensa un intento de «condicionar» el cónclave con «noticias falsas».

Pero no todos están de acuerdo con esa teoría. El cardenal de Sídney, George Pell, muy respetado, exige explicaciones: «Tras haber leído las reconstrucciones sobre el dosier secreto, cuyo contenido para mí es desconocido, creo que es obligado que el Vaticano diga algo al respecto. Si el dosier contiene lo que la prensa italiana sostiene, entonces hace falta una profunda reforma de toda la curia romana y del Vaticano mismo».

La frustrada transformación de la curia, que Benedicto XVI ha admitido como un fracaso de su propio mandato, será una de las grandes prioridades para el próximo pontífice.