Oscars 2013: los nominados a la mejor película extranjera

Efe

SOCIEDAD

«Amor», de Michael Haneke, parte como gran favorita a un premio al que también optan , «No»,«War witch», «Kon-tiki» y «Un asunto real»

20 feb 2013 . Actualizado a las 19:02 h.

La dura y al mismo tiempo tierna Amor, de Michael Haneke, es la gran favorita para conseguir el Óscar para Austria a la mejor película de habla no inglesa en una edición, la 85, en la que la chilena No, de Pablo Larraín, es la única contendiente latinoamericana.

War witch, de Canadá, Kon-tiki, de Noruega, Un asunto real, de Dinamarca, con las otras tres candidatas a aguarle la fiesta a Haneke, que ya sabe lo que es perder cuando se es favorito. En 2009 el Óscar estaba «cantado» para La cinta blanca, pero lo ganó la argentina El secreto de sus ojos, de Juan José Campanella.

Amor

Michael Haneke hace un cine difícil, profundo, duro y tierno a la vez. Y Amor es un más que claro ejemplo de ello.

Algo que ha reconocido la Academia de Hollywood no sólo al nominarle a la mejor película de habla no inglesa, sino también con otras cuatro candidaturas, a mejor película, actriz (Emmanuelle Riva), director y guión.

Toda una proeza para este director austríaco (aunque nacido en Alemania) que realiza un cine muy alejado de los cánones de lo comercial, que es habitualmente por lo que se rige Hollywood.

Con Amor, de momento, ya se ha llevado el Globo de Oro y el BAFTA a la mejor película extranjera, la Palma de Oro en Cannes y cuatro premios del Cine Europeo, a mejor película, director, actriz y actor (Jean-Louis Trintignant).

Un camino triunfal para una película que narra el declive, la última fase de la vida de una pareja que decide pasar ese momento en la mayor de las intimidades y escondiendo su dolor a los demás.

Con dos actores sublimes y una narración llena de sutilezas, Haneke ha construido una lección de cine y de humanidad, en la que todos podemos reflejarnos pese a que no queramos hacerlo.

Una historia que puede hacer ganar a Austria el segundo Óscar de su historia -el primero fue en 2007 por «Los falsificadores»-.

No

Mucho se conoce de la historia de Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet pero algunos detalles, esenciales, han pasado bastante desapercibidos para el común de los mortales.

Con No, el realizador Pablo Larraín se adentra en uno de esos momentos, el del plebiscito que sacó a Pinochet del poder, contando detalles poco conocidos de la campaña que convenció a los chilenos que el cambio era posible.

Una película con la que Larraín ganó el premio «Art Cinema Award» de la Quincena de Realizadores del pasado Festival de Cannes y con la que cierra una trilogía sobre la dictadura chilena que empezó con Tony Manero y Post Mortem.

Protagonizada por el mexicano Gael García Bernal, el filme mezcla hábilmente ficción con imágenes sacadas de la campaña real del No, cuida mucho la ambientación de la época y da las pinceladas necesarias para entender la vida de los chilenos bajo la dictadura de Pinochet.

Una película que ha hecho historia en Chile al ser la primera en estar entre las cinco candidatas al Óscar, un premio que sin embargo hasta Larraín considera que debería ser para Amor: «Todo indica que el ganador debería ser Michael Haneke, lo que me parecería a mí que tiene mucho sentido. Me parece que la película es extraordinaria», dijo el realizador chileno tras conocer su nominación.

Un asunto real

El cine danés suele ser arriesgado, moderno y rompedor pero con Un asunto real, Nikolaj Arcel demuestra que también sabe hacer grandes historias clásicas y de época, eso sí, con una impecable realización alejada del academicismo británico.

Con un estupendo trío protagonista -Mads Mikkelsen, Alicia Vikander y Mikkel Boe Folsgaard (que ganó el Oso de Plata de la Berlinale al mejor actor)- y un guión que funciona como un reloj (también ganador del premio al guión en Berlín), la película se desliza con suavidad por la historia de Christian VII de Dinamarca.

Su enfermedad mental, su boda con la joven y desconocida Mathilde Caroline de Gran Bretaña, la relación de esta con Johann Friedrich Struensee, el mejor amigo del monarca, y, sobre todo, el intento de los tres de dar luz a una Dinamarca sometida a las normas propias de la Edad Media.

Un vano intento de modernización que choca con la imagen que ahora ofrece uno de los países socialmente más avanzados del planeta.

El mismo contraste que existe entre Un asunto real y la última película nominada por Dinamarca en los Óscar, En un mundo mejor, que se llevó el premio en 2010, con un planteamiento totalmente alejado del clasicismo.

Por el momento, Un asunto real ha perdido su enfrentamiento con Amor en los premios del Cine Europeo y en los Globos de Oro.

Kon-Tiki

En 1951 el documental que Thor Heyerdhal filmó durante la travesía que le llevó junto a otros cinco hombres a navegar en una balsa desde Perú hasta las islas Tuamotu ganó un Óscar.

Ahora, 52 años después, una ficción de aquel viaje vuelve a optar al Óscar, en esta ocasión al de mejor película en lengua no inglesa.

Joachim Ronning y Espen Sandberg, cuya película más conocida hasta la fecha es Bandidas se han lanzado a contar una aventura con la que Heyerdhal quería demostrar que la Polinesia se había colonizado desde el este, es decir desde Sudamérica, y no desde el oeste, como siempre se había creído.

Más allá de que su teoría no ha trascendido al tiempo, Kon-Tiki es una historia de superación y de comunión del hombre con la naturaleza, como demuestra la película, y no de enfrentamiento.

La película se mueve ágilmente en un espacio muy limitado, el de la balsa en la que estos aventureros navegaron durante 101 días, con los mismos medios que se suponía habían usado los prehistóricos navegantes que llegaron a Polinesia.

Pocos pero eficaces efectos especiales, cámaras al servicio de los personajes y todo el peso sobre la historia que cuenta es lo que ofrece esta película, con la que Noruega vuelve a los Óscar, de los que estaba ausente desde 2001, cuando compitió por Elling.

War witch

Canadá compite este año con una película que refleja su multicuturalidad. War witch, Rodada en la República Democrática del Congo, en francés y lingala, cuenta la historia de una niña soldado, una de las miles que son forzadas a luchar en las guerras sin fin de algunos países africanos. Y está dirigida por Kin Nguyen, un realizador canadiense de origen vietnamita.

Una película dura pero que no se regodea en los detalles más escabrosos. Considera de forma acertada que es peor dejar trabajar a la imaginación del espectador.

Como acertada fue la elección de la joven Rachel Mwanza, una niña que vivía en las calles de Kinshasa y que fue elegida por Nguyen al verla en un documental sobre la situación de los menores en la capital de la RDC.

Mwanza ganó el Oso de Plata en la Berlinale por su, paradójicamente, dulce interpretación de Komona, una niña secuestrada por la guerrilla con 12 años y obligada a matar a sus padres antes de convertirse en una soldado.

Su vida, su forma de sobrevivir y su necesidad de encontrar algo bueno y reconciliarse consigo misma se mezclan con la magia negra, los sueños y los espíritus que dominan la vida de muchos de los que forman parte de este submundo de guerra y horror.

Pero pese a sus méritos, War witch (Rebelle en su título original en francés) es la película que cuenta, según los pronósticos, con menos posibilidades para hacerse con el Óscar en esta 85 edición.