El diseñador brigantino regresa a las pasarelas seis años después de su última aparición
16 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.El diseñador brigantino Jorge Vázquez regresó ayer a las pasarelas, seis años después de su última aparición en Cibeles. Eligió en esta ocasión una plataforma más informal, el Madrid Fashion Show, donde el modisto, que sigue haciendo alta costura, presentó la nueva línea prêt-à-porter de su marca GV.
«Mi idea era volver a Cibeles aprovechando que Lemoniez y Kina Fernández habían dejado hueco, pero la verdad es que no quisieron contar conmigo, no les interesa lo que hago. Me ofrecieron después un desfile colectivo -explica el diseñador-, pero es que lo de Cibeles es una tomadura de pelo; antes tenía mi propio desfile en esa pasarela». Vázquez optó por buscar una vía alternativa, ya que, «además, Cibeles es un auténtico desbarajuste». El regreso a los desfiles lo llevaba ayer «con un gran subidón y mucho miedo».
Afincado ahora en Madrid, aunque sigue «ejerciendo de brigantino», Vázquez explora las posibilidades del prêt-à-porter mientras se mantiene fiel a las líneas de costura y novias, donde asegura que sigue habiendo un mercado específico muy atractivo desde el punto de vista empresarial: «Tengo clientas que vienen en avión privado desde México o la República Dominicana para hacerles trajes de comunión a sus hijas, y eso es impresionante. Solo en llamadas de teléfono desde América se gastan más dinero de lo que vale el vestido».
Aunque admira los montajes en pasarela que pueden hacer los grandes del sector, «como Dior», lamenta que en España no haya arraigado una cultura de alta costura y lanza un guante a los grandes de la moda del país, como por ejemplo «Inditex».
«Siempre me he preguntado -continúa- por qué Amancio Ortega, que convierte en oro todo lo que toca, no ha creado una línea de lujo o una sección de novia para competir con Pronovias», y lo sugiere con conocimiento de causa, ya que el modisto gallego comenzó trabajando precisamente en Inditex. «Diseñaba moda de caballero, pero tenía apenas 17 años y aquello me parecía todo un mundo», recuerda con afecto.