El monfortino Ángel Méndez (1944) es el primer consejero del presidente de la Misión España-Madrid. Es decir, la segunda autoridad de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en este país. A él corresponde transmitir una serie de valores, entre los que se encuentra «la ley de castidad».
-¿Cuándo se bautizó como mormón y por qué motivo?
-Antes era católico. En 1982, cuando tenía ya tres hijos, conocí de cerca la muerte, y aquella experiencia puntual me hizo pensar en lo duro que sería separarme de mi familia al morir. Me interesé por lo que decían al respecto otras religiones, como los evangelistas o los Testigos de Jehová, pero me llenó el plan de salvación después de escuchar a nuestros misioneros. En 1983 nos sellamos como familia eterna en Suiza [entonces no había templo en Madrid, el único de España hoy, y era preciso desplazarse a ese país para realizar el sellado].
-¿Cómo llegó a su cargo en el templo de Madrid?
-Trabajaba en la Renault de Valladolid, estuve allí durante treinta y tantos años y llegué a presidente de rama en esa ciudad. Después pasé a Madrid, donde llevo siete años, ahora como consejero de la misión.
-¿Cuál diría usted que es el signo de identidad de los mormones, lo que mejor les define?
-Nuestra identidad es la familia.
-¿Por encima de Dios?
-Por encima de Dios no hay nada. Primero, Dios; después, la familia y el trabajo.
-¿Cómo se lleva eso de renunciar al café o al vino?
-Al principio me costó lo del café porque era un bebedor empedernido... por jarras. Pero lo superé bien y ahora me encanta sentirme sano.
-¿Y la ley de castidad?
-Vivimos la ley de castidad y nosotros sí que la llevamos a rajatabla. Solo con nuestra esposa.