Salimos a la calle con Élder Sánchez (Almería, 18 años) y Élder Millán (Alicante, 20). Élder significa anciano, en el sentido de veterano. Los misioneros abordan a todo el que pasa. Personas humildes y jóvenes de 25 a 30 años son los más dispuestos, pero el éxito no es sencillo. La estadística dice que de cada 3.000 europeos que escuchan la explicación, «150 reciben un testimonio». Esto es, dice Élder Millán, «que perciben la certeza del mensaje». «No, gracias», responde un grupo de chicas tras conocer la propuesta.
Élder Sánchez y Élder Millán viven en un piso de la iglesia. La misión durará dos años, que son como un paréntesis en su vida. Durante ese tiempo se dedican a su labor proselitista y a meditar. Nada más. Ni amigos, ni cine, ni Internet, ni libros, ni televisión, ni música, ni visitas en el piso... Nada que pueda distraerles. Ni siquiera la familia, a la que telefonean «dos veces al año». Los «15 minutos que quedan libres cada día son para lavarse los dientes y charlar un poco», precisan. Solo descansan los miércoles.
Élder Sánchez tiene novia, pero ni siquiera se plantea si la echa de menos durante la misión: «Simplemente, no pienso en eso -titubea mientras se refuerza-, lo que sea, será». El «mensaje de Dios» es su única preocupación.
Su novia no es mormona; tampoco su padre. Él se enorgullece de esa libertad, «del libre albedrío», del «respeto a lo que crean los demás». Pero su inmersión en la iglesia es absoluta. Los dos fueron bautizados a los 8 años (la edad mínima), por lo que jamás han tomado «un café o una taza de té», confirma Elder Millán, que agrega: «Tengo suerte de que mi madre me criase con estos principios. Juego al fútbol y lo noto en la salud».
En Galicia hay en este momento 14 misioneros, incluidos dos matrimonios. Van en pareja o en trío «porque la verdad se declara siempre por medio de dos o tres testigos».