En estas versiones originales muchos de los pasajes difícilmente podrían haber servido como diversión a los niños. Uno de los más conocidos de los cuentos de los hermanos Grimm es Caperucita, presenta al lobo como una figura que encarna la representación de diferentes males y tabús. Un animal que seduce y corrompe la inocencia de la niña, proponiéndole mantener relaciones sexuales para posteriormente ofrecerle la carne de su abuela como alimento (la fagocitación de la figura rectora y ancestral de la familia como complemento a la tentación de los placeres sensuales). Esta compleja simbología fue adulterada y simplificada hasta terminar convirtiéndose en un amable relato con final feliz (cómo puede si no la abuela concinuar viva tras ser comida por el lobo).
También la figura de la madre tanto en Hansel y Grettel como en Cenicienta se transformó en madrastra pa restar crudeza a las crueldades a que eran sometidos los niños por su propia madre. La de los primeros induce al padre a abandonarlos en el bosque mientras que la de la segunda ve amenazada su posición en el ámbito sexual por su hija por lo que trata de asesinarla. En Rapunzel, las visitas del príncipe al torreón no eran tan castas como ahora aparecen, con la marcada simbología sexual del cabello como elemento canalizador y posibilitador de estos encuentros.