La gallega Sarah López Bujía (Sarah Loggia), premio a la Elegancia en el certamen Miss España del 2010, seduce a primera vista, y no solo por su físico espectacular, su mirada cálida y su metro ochenta de estatura. Desde el podio de la Vuelta a España, donde ejerce como azafata, derrocha encanto personal, capacidad de comunicación y, aunque pueda sonar extraño, sacrificio.
«Yo era de las creía que las chicas del podio en la Vuelta no hacían nada, pero estos días que llevamos arriba y abajo descubrí que es algo muy distinto. Tenemos que estar en el corte de cinta de la salida y luego ir a toda prisa a la meta, con lo que nos ponemos en marcha a las siete de la mañana y hay veces que no llegamos al hotel antes de las ocho o nueve de la noche», explica la modelo, nacida en Asturias, criada en Santiago y, desde hace año y medio, afincada en Madrid, donde se dedica casi en exclusiva a la pasarela y la publicidad.
Pese a los kilómetros y las sesiones de maquillaje improvisadas por ella misma en el coche, cree que ha merecido la pena que la escogiesen en una selección a la que se presentaron cientos de jóvenes. «Es una oportunidad única, aunque te exige todo el tiempo y en mi caso me ha impedido coger dos o tres trabajos interesantes, pero había que estar aquí y me siento bien por ello», añade la miss, que ha terminado sus estudios de higienista dental y estética.
Las azafatas coinciden con los corredores en actos oficiales y, en ocasiones, al desayunar. «A veces desayunamos juntos en el hotel y, de hecho, conocemos a algunos. Por lo demás, el tiempo libre es escaso aquí», afirma Sarah, que califica de positivo el trato con los ciclistas.
La joven sabe que esta oportunidad no se volverá a repetir «porque a las chicas de la Vuelta las cambian todos los años», pero mientras dure la experiencia confía en disfrutarla, aunque eso implique hacer más kilómetros que los propios deportistas y mantener una imagen impecable en todo momento.