CNo hay neutrinos superlumínicos. Varios experimentos han refutado en los últimos días al experimento Opera. La flamante renuncia de su portavoz debe interpretarse como la aceptación definitiva de este hecho. Albert Einstein, cuya teoría de la relatividad quedaría en jaque a manos de tan presurosos neutrinos, puede descansar tranquilo, sentencian frívolamente los medios. Pero no hay vacas sagradas en las ciencias naturales. La razón por la que los físicos nos resistimos a aceptar el resultado de Opera no es un conservadurismo larvado ni una devoción especial por Einstein. Miles de experimentos anteriores demostraban la validez de la relatividad en condiciones similares. Esto no quiere decir que esta no pueda ser refutada. Pero es prácticamente imposible que lo sea en esta clase de experimentos.
Contra lo que pueda parecer, este episodio deja a la luz el sólido andamiaje de la física. Los miembros de Opera actuaron honestamente, publicando un resultado que juzgaban correcto. La comunidad científica lo examinó escrupulosamente y el esperado error apareció. El rigor del pensamiento científico salió fortalecido. Es esto, y no la vanidad presuntuosa, lo que habría dejado satisfecho a Einstein.