La vacuna española contra el VIH logra una respuesta inmune del 90%

SOCIEDAD

Mariano Esteban en el Centro Nacional de Biotecnología
Mariano Esteban en el Centro Nacional de Biotecnología Xiomara Cantera

El 85% de los pacientes mantienen el efecto protector durante un año.

28 sep 2011 . Actualizado a las 14:24 h.

Es, hasta el momento, la vacuna más prometedora para prevenir el sida. Y es española. Está aún en fase experimental y le queda un largo desarrollo por delante, pero los ensayos clínicos en fase I realizados en treinta voluntarios sanos han demostrado que la vacuna MVA-B refuerza el sistema inmunitario en el 90% de los voluntarios sometidos al compuesto, mientras que en el 85% de ellos esta respuesta inmune se mantiene durante un año. Es un porcentaje de éxito incluso superior a la vacuna en fase III experimentada en Tailandia en 16.000 personas y financiada por el Gobierno de Estados Unidos, en la que se ha conseguido prevenir la infección en el 31% de los casos.

Los resultados de la nueva inmunidad, publicados en las revistas científicas Vaccine y Journal of Virology, fueron presentados ayer por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que ha promovido el antídoto contra el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), que ha sido probado en un ensayo clínico con treinta voluntarios sanos dirigido por el Hospital Clinic de Barcelona y con la participación del Gregorio Marañón de Madrid. Gracias a su alta respuesta inmunológica en humanos, el equipo iniciará con la Red de Investigación del Sida un ensayo clínico en fase I con voluntarios infectado con VIH para comprobar también su eficacia como vacuna terapéutica. Es decir como tratamiento sustitutivo, o al menos complementario, de los antirretrovirales administrados a los seropositivos para tratar la enfermedad.

«El MVA-B ha demostrado que es tan potente o mejor que las vacunas actualmente en estudio», explica Mariano Esteban, el responsable de una investigación en la que empezó a trabajar en 1999. El éxito del tratamiento se basa en que el sistema inmunológico puede quedar entrenado para responder frente a partículas del virus y células infectadas de forma duradera. Los efectos secundarios de la inmunización tampoco son relevantes. «No ha existido ningún efecto adverso que haya comprometido la salud de los voluntarios», señala el doctor Juan Carlos López Bernaldo de Quirós, responsable del equipo del Hospital Gregorio Marañón y de origen gallego.

Pese a los resultados prometedores, los investigadores prefieren mantener la cautela, en especial porque la consecución de una vacuna eficaz para prevenir el sida es algo que se ha resistido en los últimos treinta años. El virus muta continuamente y posee mecanismos e multiplicación y división muy complejos y poco previsibles, de tal modo que sortea como una serpiente escurridiza cada nueva trampa que la ciencia le ha puesto en su camino. «Los resultados deben ser tomados con cautela, ya que el tratamiento solo se ha probado en treinta voluntarios y, aunque estimula una respuesta potente en la mayoría de los casos, es pronto para predecir si las defensas inducidas prevendrán la infección», matiza el doctor responsable de la investigación en el Hospital Clinic, Felipe García.

El compuesto preventivo, patentado por el Centro Nacional de Biotecnología (CSIC) utiliza cuatro antígenos (proteínas) modificados con capacidad para desencadenar la formación de anticuerpos. Sumisión es la de activar las células específicas del sistema inmunológico que responden ante la enfermedad, pero sin desarrollarla. La vacuna está basada en un vector más potente que el usado en Tailandia. Se trata de un virus atenuado, la Vaccinia Modificado de Ankara (MVA), que se usó para erradicar la viruela y que sirve de modelo en la investigación de múltiples vacunas. A la secuencia genética de este virus se le incorporan los cuatro genes del VIH modificados, que impiden la infección en los seres humanos.

La inoculación de la vacuna en un voluntario sano pretende entrenar su sistema inmunológico para detectar y aprender a combatir a los componente infectivos del virus. «Es como si le enseñáramos una foto del VIH para que sea capaz de reconocerlo si se lo encuentra en el futuro», explica Mariano Esteban.