«A confianza cos produtores biolóxicos é fundamental, nós coñecémolos pois a maioría son do noso entorno, visitamos as explotacións e fiámonos deles», aclara Xan Hermida, de A Gradicela, cooperativa de consumo responsable que tras dos años agrupa a 25 familias. Para ellos, el sello ecológico es secundario, la clave es la confianza, y aseguran que al prescindir de intermediarios el precio de lo ecológico baja. No tienen tienda ni contratados como asociaciones con muchos más miembros.
Lácteos, miel y hortalizas frescas son los alimentos ecológicos más reconocidos en Galicia, pero la leche ecológica UHT se estancó, desviando parte a queserías de la denominación San Simón da Costa. Tiene una prima del 30 % en el precio, pues los piensos son más caros, al usar cereales y leguminosas sin trazas de organismos transgénicos, y las vacas suelen dar menos leche. En otras producciones ecológicas los rendimientos son inferiores a los de cultivos que usan nitratos y pesticidas.
El Craega destaca la calidad contrastada que da el sello frente a alimentos que, aun siendo artesanales o caseros, ya no se elaboran como hace 40 años, cuando en las aldeas no había acceso a plaguicidas y químicos.