A Rúa reunió en una sesión a los pinchadiscos de las décadas de los 70 y los 80

María Cobas Vázquez
m. cobas O BARCO / LA VOZ

SOCIEDAD

«Queremos que el próximo año venga más gente, de otras décadas, que no pudo estar», comentaba Santi Pimentel.

06 ago 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Ni Skakira, ni Lady Gaga, ni siquiera Amy Winehouse. Ni una sola vez sonaron en la calle peatonal de A Rúa de Valdeorras. Y parece difícil en una noche de fiesta. Pero no. Ni un acorde. Nada de saturación de música actual. Se imponía una vuelta a los 70 y los 80 (incluso a los 90), así que lo último en este caso fueron Escuela de calor y Miña terra galega. Incluso el The final countdown cuando la cosa se puso más heavy.

Era un encuentro de pinchadiscos de la época, que nace con visión de futuro. «Queremos que el próximo año venga más gente, de otras décadas, que no pudo estar», comentaba Santi Pimentel, uno de los organizadores, todavía en activo. Visión de futuro de un proyecto de recuerdos.

Abrió Cejuela, el precursor, el que pinchaba en Bravísimo, la primera discoteca que hubo en A Rúa. Llegaron después Niágara, Pirámide, Oasis, Emotion, A Taberna y Cairo; y por ellos pasaron Ragar, Sotelo, Kato, Ciri, Dosouto, Rufino o Van Damme. Volvieron a ser los amos de la noche. Eso sí, ya no tiraron de vinilo. Adaptados a los tiempos modernos, el ordenador rompió la magia de los discos que inundaban las cabinas en aquella época.

Solo se vio algún cedé, algo así como el eslabón perdido. Y del otro lado, ellas (que el sexo femenino siempre fue más de bailar que el masculino), recordando cuando apenas eran unas adolescentes. Solo que, esta vez, mientras bailaban, miraban de reojo dónde estaban los niños.