Socorristas de Malpica salvan un tiburón varado en la playa

Juan Ventura Lado Alvela
Juan ventura lado CARBALLO / LA VOZ

SOCIEDAD

Aunque es una cría, pertenece a una especie capaz de atacar a humanos

30 jun 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Los socorristas que trabajan en la playa de Area Maior de Malpica salvaron la vida de un tiburón, de algo más de un metro de longitud, perteneciente a una especie capaz de atacar a seres humanos.

El escualo, de la variedad Prionace glauca, conocido popularmente como tintorera, llegó al arenal malpicán desorientado, tal como pudo observar Diego Suárez, uno de los vigilantes, que junto a Pablo Balsa y Susana Varela, controlaban la zona de baño el martes por la tarde: «Estaba atontado porque entre as ondas e a corrente non podía atopar o rumbo e o que facía era nadar en paralelo á costa. Nunha desas agarreino pola cola e chamamos ao 112».

Desde la central de emergencias les recomendaron que tratasen de devolverlo al mar, pero la tarea no resultaba sencilla porque la fuerza del mar devolvía al escualo, una y otra vez, a la zona más próxima a la arena. Después de otros dos intentos fallidos a través de la playa y una nueva consulta al 112 para tomar otra decisión, los jóvenes cargaron el tiburón en un balde para llevarlo al puerto, desde donde lograron, finalmente, ponerlo en libertad.

«A verdade é que puña algo de respecto porque se che mordía coidado, porque tiña dentes para facer moito dano», concluyó Suárez, que está convencido de que el animal se ha salvado, aunque en principio no creyeron que pudiese sobrevivir. «Polo menos nós non volvemos a velo máis», aseguró el socorrista

Desde la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (Cemma), Alfredo López explicó que «aínda que xa se ten dado algún caso en Barrañán [Arteixo] é moi inusual o varamento destas quenllas» en el litoral gallego.

Además, aunque reconoce la peligrosidad potencial de la especie, envía un mensaje de total tranquilidad para la población. «Se estivésemos a falar dun animal adulto de dous metros e pico sería outra cousa, pero que un exemplar dese tamaño vare por aquí é aínda máis estraño», añade López, quien destaca que se trata de animales acostumbrados a moverse en aguas mucho más profundas, y que son las crías, como en este caso, las más propensas a desviarse de sus rutas, ya sea por desorientación o por alguna enfermedad.