Benedicto XVI, el primer papa en la historia que responde a preguntas en TV

EFE

SOCIEDAD

Aseguró a una madre italiana que tiene un hijo en coma vegetativo desde hace dos años que el alma del joven no le ha abandonado y sigue presente en el cuerpo.

22 abr 2011 . Actualizado a las 23:36 h.

Por primera vez en la historia, un papa, Benedicto XVI, respondió a numerosas preguntas en un programa de televisión, en el que habló del alma y la resurrección de Jesús, así como del terremoto de Japón, en este Viernes Santo en el que la Iglesia conmemora la Pasión de Cristo.

Sentado en su despacho, con sotana blanca, el papa Ratzinger, de 84 años, contestó a siete preguntas provenientes de diferentes partes del mundo, en las que también pidió la pacificación de Costa de Marfil, el respeto de los cristianos en Irak y la reconstrucción de ese país.

Con voz suave, el anciano pontífice mostró su solidaridad a una niña japonesa de siete años que ha vivido la experiencia del terremoto y posterior tsunami que han sacudido a Japón y le reconoció que «no es justo» que los niños sufran mientras en otras partes otros viven muy cómodos, pero afirmó que sabe que Jesús sufrió como ellos lo están haciendo ahora «y está de vuestra parte».

Aunque no se trató de preguntas-respuestas en directo, ya que habían sido grabadas previamente, se ha tratado de un diálogo televisivo sin precedentes, que demuestra, según el diario vaticano «L'Osservatore Romano» que en cuestiones de comunicación, la iglesia y el papa están «en la vanguardia».

El formato de la entrevista, realizada por el programa de la televisión publica italiana RAI «A sua immagine» fue similar al famoso «Tengo una pregunta para usted» y siguió el mismo esquema que se usa en las entrevistas que concede el papa a los periodistas que le acompañan en el avión en los viajes por el mundo: se le envían las preguntas y después las responde ante los informadores.

Aunque no es la primera vez que el papa responde preguntas a los fieles, ya que lo ha hecho en encuentros con jóvenes, con niños, con sacerdotes, etc., sí es la primera vez que lo ha hecho en televisión y sin esquivar algún tema y explicando de la manera más sencilla la resurrección de Cristo y la relación fe-razón.

Aseguró a una madre italiana que tiene un hijo en coma vegetativo desde hace dos años que el alma del joven no le ha abandonado y sigue presente en el cuerpo, y que, si bien puede parecer que está «escondida», siente en profundidad el amor de los padres, aunque no entienda los detalles, las palabras.

A Bintú, una mujer musulmana de Costa de Marfil, le dijo que la violencia «nunca viene de Dios, sino que es un medio destructivo» e hizo un llamamiento a las partes en conflicto en ese país para que renuncien a la violencia y busquen las vías de la paz y del diálogo.

La entrevista se emitió un par de horas antes de que Benedicto XVI presidiera en la basílica de San Pedro la Pasión de Cristo, en el Viernes Santo, el único día del año en que no se oficia misa.

De la homilía se encargó el Predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, quien aseguró que los terremotos, huracanes y otros desastres naturales no son un castigo de Dios, pero sí una advertencia: que no basta la ciencia y la técnica para salvarnos.

El fraile capuchino agregó que si no sabemos imponernos límites esas catástrofes «pueden convertirse, como lo estamos viendo, en las amenazas más graves de todas».

Cantalamessa denunció asimismo la persecución de los cristianos en el mundo actual y afirmó que la resurrección es lo que da sentido a la vida, ya que si acabase aquí millones de seres humanos se desesperarían ante las injusticias sociales.

«Si la vida acabase en este mundo, habría que desesperarse de verdad, ante el hecho de que millones, tal vez miles de millones de seres humanos parten con desventaja, afectados por la pobreza y el subdesarrollo desde el punto de partida, mientras algunos, pocos, se conceden todos los lujos y no saben cómo gastar las sumas desproporcionadas que ganan», dijo el fraile capuchino.

Agregó que la muerte «no solo cancela las diferencias, sino que les da la vuelta» y señaló que el principio «vive y deja vivir jamás debe transformarse en vive y deja morir».

Durante la Liturgia se leyeron todos los pasos del Evangelio. Una cruz cubierta con una tela roja presidió la solemne ceremonia, durante la que Benedicto XVI, descalzo, oró durante varios minutos de rodillas ante la Cruz.

Esta noche, Benedicto XVI se trasladará al Coliseo de Roma para presidir el Vía Crucis en el lugar que simboliza el sufrimiento de los primeros cristianos.