El monte arrasado por el «Klaus», a la espera de plantas de biomasa

XAVIER LOMBARDERO REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Hay bosques con suelos sobreexplotados y otros que se abandonan

05 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Al cabo de tantos años de muertos, ¿qué hacen cientos de miles de árboles tirados en el monte? Aparte de estorbar el paso y alimentar el riesgo de incendio y enfermedades forestales, es cierto que su descomposición proporciona materia orgánica a los supervivientes del Klaus y de los incendios del 2006. Sus propietarios no pudieron o no se ocuparon de retirarlos, son monumentos que certifican la caótica gestión del monte gallego.

De haber caído como un dominó -ocurrió en la llanura francesa-, la maquinaria los hubiera recolectado casi como un maizal y llevado al mercado, pero el vendaval barrió el norte gallego por zonas y no están en marcha las 12 plantas de biomasa aprobadas hace un año, y que puedan quemar toda esa madera arrasada por el viento del norte. O la que el fuego dejó en pie pero seca al sur de Padrón.

Mientras los promotores de plantas de biomasa siguen enfrascados en trámites técnicos, urbanísticos y medioambientales, la obtención de energía eléctrica con biomasa forestal está casi exclusivamente en manos de la pastera Ence, que la usa para cogenerar electricidad y calor, pero cada vez vende más excedente a precio de renovable. Acumuló en depósitos como el de Cariño árboles arrasados por el viento y ha disparado su producción eléctrica: un 18,4% más en el 2009 gracias a duplicar la potencia de generación en Navia. Aprovecha además los restos de corta del eucalipto, retirados en fardos de las fincas. Los fabricantes de tableros aumentaron la cogeneración con residuos forestales, pero su actividad principal pasa por una fuerte crisis. La cuestión es si la gestión forestal e industrial será capaz de resolver la paradoja de montes saturados de biomasa mientras en otros su retirada completa empobrece rápidamente sus nutrientes.